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El regalo no apreciado

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Trágico desencuentro: Sócrates y Alcibíades. El efebo más bello de Atenas quería el cuerpo del filósofo. Pero este nunca se lo dio. ¿Qué hizo en su lugar? Prodigarse en sabiduría. Su experiencia del amor se trocó en pedagogismo. Y le hizo el don de todo su saber. No era lo que Alcibíades quería, o mejor dicho: no entendió, el pobre, todo el erotismo que había detrás de la dación de Sócrates. No “leyó” correctamente su gesto: el hecho de que aquella era su mejor forma de amar.








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