Me sorprendió enterarme, en el ocaso del 2014, de un comunicado sobre las metas en obras viales de la actual Administración, todas financiadas por las Administraciones Arias Sánchez y Chinchilla Miranda, y licitadas, en su gran mayoría, entre octubre del 2012 y mayo del 2014. Muchas, incluso, fueron iniciadas antes del 8 de mayo pasado.
No me extrañó que no se reconociera el protagonismo de los Gobiernos liberacionistas ni la productividad en contratación de los últimos 18 meses del gobierno anterior; ni llamó mi atención la falta de una disculpa por cuanto el señor presidente Solís dijo públicamente que me investigaría, pues era imposible que el MOPT fuera capaz de gestionar exitosamente tantos contratos durante esos 18 meses. Lo que me impresionó fue que el actual Gobierno proponga que tales obras se terminen en seis años, cuando, siguiendo el camino que trazamos, muchas de ellas deberían concluirse en dos años y ninguna en más de cuatro años.
Nada espontáneo. La opinión pública, así como, parece, le solía ocurrir al Partido Acción Ciudadana, desconoce que las obras no surgen espontáneamente cuando hay un cambio de presidente. Las obras se ejecutan porque el jerarca hace un equipo de trabajo capaz, redistribuye los recursos a las áreas críticas, marca la ruta y da seguimiento exhaustivo; eso hicimos para lograr activar tantos proyectos.
Así pusimos en marcha obras sencillas, como el carril reversible de Cartago - Paraíso, que se justificó, diseñó y programó antes del 8 de mayo del 2014, y se aplicó después por la importación de los semáforos; la renovación de estaciones de pesaje, como la del Alto de Ochomogo, cuyas obras fueron no solo contratadas por la Administración Chinchilla Miranda, sino que la coordinación de varios jerarcas permitió resolver un problema de derechos de vía que permitió construir la obra que se aprecia hoy; la reconstrucción del puente de la Amistad al cruce hacia Nicoya; la carretera hacia la futura terminal de contenedores de Moín; la reconstrucción de parte importante de la vía hacia el Cerro de la Muerte; y muchas otras obras significativas, como la sustitución de alcantarillas, ideada y comenzada mucho antes del fallido decreto del presidente Solís del 8 de mayo, que no ha dado frutos porque no solamente basta la buena intención.
La Administración Chinchilla dejó también un paquete de proyectos viales de magnitud respetable, la mayoría de diseño y construcción en una sola contratación, muchos iniciados y otros con contratos presentados a la Contraloría y refrendados poco después del cambio de Gobierno. Dejamos contratos firmados para la obra más relevante en San José por años: más de 4 km nuevos de Circunvalación Norte; para concluir el tramo Sifón - La Abundancia, parte de la carretera nueva a San Carlos; y para ampliar más de 100 km de la carretera hacia Limón. También dejamos con orden de inicio el paso a desnivel de Paso Ancho, ya en construcción; Florencia - Ciudad Quesada; Pozuelo - Jardines del Recuerdo, incluyendo la ampliación del puente del Virilla; pasos a desnivel de Cañas, Bagaces y Liberia; 18 puentes dobles de Cañas - Liberia; así como diseños en ejecución para el paso a desnivel de Las Garantías Sociales y para el tramo elevado de La Hispanidad - La Bandera, junto a los diseños de más de 150 km para la Ruta No. 1856.
Dejamos los recursos para seguir la modernización de nuestra Carretera de Circunvalación, así como para pavimentar tanto Playa Naranjo - Paquera, como Santa Cecilia - Birmania; para rehabilitar Paso Real - Paso Canoas (Interamericana Sur); para ampliar Barranca - Cañas (Interamericana Norte); y para construir los pasos a desnivel de La Lima y Taras en la Florencio del Castillo. Dejamos listo también el cartel de conservación vial para rutas nacionales en lastre, así como el proyecto piloto de infraestructura de seguridad vial de la Florencio del Castillo, obras menos vistosas, pero que darán calidad de vida a los usuarios de las zonas más humildes y salvarán vidas.
Más allá de sorprenderme reconociendo que estas obras, y muchas más, se deben a Gobiernos liberacionistas, espero que el Gobierno me sorprenda rectificando la holgura con que pretende terminarlas, y se dedique a completarlas en el tiempo que merecemos, no como ocurrió con la ampliación de la Ruta 32, donde ya desperdiciaron un año.