TEHERÁN – Durante la campaña cuando me postulaba para presidente de Irán, prometí alcanzar un equilibrio entre realismo y la búsqueda de los ideales de la República Islámica -y gané el respaldo de los votantes iraníes por un amplio margen-. En virtud del mandato popular que me fue concedido, estoy comprometido con la moderación y el sentido común, que hoy guían todas las políticas de mi Gobierno. Ese compromiso condujo directamente al acuerdo internacional provisional alcanzado, el pasado noviembre, en Ginebra sobre el programa nuclear de Irán, y seguirá guiando nuestra toma de decisiones en el 2014.
De hecho, en términos de política exterior, mi gobierno descarta los enfoques extremos. Buscamos relaciones diplomáticas efectivas y constructivas y enfocarnos en fortalecer la confianza mutua con nuestros vecinos y otros actores regionales e internacionales, lo que nos permitirá orientar nuestra política exterior hacia el desarrollo económico en el país. Con este fin, trabajaremos para eliminar las tensiones en nuestras relaciones externas y fortalecer nuestros vínculos con socios tradicionales y nuevos por igual. Esto, obviamente, exige generar consenso interno y fijar objetivos transparentes. Hoy, estos dos procesos están en marcha.
Si bien evitaremos la confrontación y el antagonismo, también perseguiremos activamente nuestros intereses más amplios. Pero, dado que vivimos en un mundo cada vez más interconectado e interdependiente, los desafíos solo se pueden encarar a través de la interacción y la cooperación activa entre los Estados. Ningún país (ni siquiera las grandes potencias) puede por sí solo abordar de manera efectiva los desafíos que enfrenta.
Por cierto, el rápido "crecimiento compensatorio" de las economías en desarrollo y emergentes sugiere que su peso económico agregado va camino a superar al del mundo avanzado. Los países en desarrollo y emergentes de hoy, probablemente, representen el 60% del PBI mundial en 2030, comparado con el 40% en el 2000, lo que les permitirá desempeñar un papel de mucha mayor relevancia en la escena mundial.
En un período de transición como este, Irán puede mejorar el papel que desempeña a nivel global. Las elecciones este año, en las que se presentaron a votar cerca del 75% de los iraníes con derecho a voto, pusieron de manifiesto cómo está madurando nuestra democracia religiosa. La cultura y las civilizaciones antiguas, la prolongada continuidad del estado, la posición geopolítica, la estabilidad social en medio de la agitación regional, y una juventud bien educada nos permiten mirar al futuro con confianza, y aspirar a asumir el papel global relevante que nuestro pueblo merece (un papel que ningún actor en la política global puede ignorar).
También estamos considerando la manera de reconstruir y mejorar nuestras relaciones bilaterales y multilaterales con países europeos y norteamericanos sobre la base del respeto mutuo. Esto requiere aliviar las tensiones e implementar una estrategia integral que incluya lazos económicos.
Podemos empezar por evitar cualquier nueva tensión en las relaciones entre Irán y Estados Unidos y, al mismo tiempo, empeñarnos en eliminar las tensiones heredadas que deteriorando las relaciones entre nuestros países. Aunque quizá no podamos olvidar la falta de confianza y la sospecha que se han adueñado de lo que piensan los iraníes de los gobiernos estadounidenses de los últimos 60 años, ahora debemos centrarnos en el presente y mirar hacia el futuro. Esto significa estar por encima de la política mezquina y ponerse al frente, no detrás, de los grupos de presión en nuestros respectivos países.
En nuestra opinión, cooperar en cuestiones de interés y preocupación mutuos también contribuiría a aliviar las tensiones en nuestra región. Esto implica contrarrestar a quienes en Estados Unidos y nuestra región buscan distraer la atención internacional de cuestiones en las que están directamente involucrados en impedir que Irán mejore su posición regional. Al reducir las perspectivas de un acuerdo negociado permanente sobre nuestro programa nuclear, este comportamiento aumenta las probabilidades de que el punto muerto en las relaciones entre Estados Unidos e Irán continúe.
Nuestra región está lidiando, más que nunca antes, con sectarismo, enemistades entre grupos y potenciales terrenos fértiles para el extremismo y el terrorismo. Al mismo tiempo, el uso reciente de armas químicas en Siria podría perseguir a los pueblos de la región durante muchos años. Creemos que, en estas circunstancias, una voz de moderación en la región podría afectar el curso de los acontecimientos de una manera constructiva y positiva.
No existe ninguna duda de que la agitación en los países cercanos afecta los intereses de muchos actores regionales y globales que necesitan actuar en concierto para asegurar una estabilidad a largo plazo. Irán, en su calidad de potencia regional importante, está plenamente preparado para avanzar en esta dirección, sin escatimar ningún esfuerzo para que se puedan alcanzar soluciones. De esta manera, quienes retratan a Irán como una amenaza y buscan minar su credibilidad regional y global deberían dejar de hacerlo, por el bien de la paz y la tranquilidad en la región y más allá.
Me siento profundamente angustiado por la tragedia humanitaria en Siria y el enorme sufrimiento que el pueblo sirio tuvo que soportar durante casi tres años. Como representante de un pueblo que ha experimentado el horror de las armas químicas, mi Gobierno condenó fuertemente su uso en el conflicto sirio. También, me preocupa que partes del territorio sirio se hayan convertido en caldos de cultivo de ideologías extremistas y en puntos de encuentro para los terroristas, lo cual trae a la memoria la situación de nuestra frontera oriental en los años 1990. Este es un motivo de preocupación para muchos otros países también, y encontrar una solución política duradera en Siria requiere cooperación y esfuerzos conjuntos.
De manera que estamos complacidos de que en el 2013 haya prevalecido la diplomacia por sobre las amenazas de una intervención militar en Siria. Debemos seguir haciendo progresos en este terreno y entender que Siria necesita desesperadamente que existan esfuerzos regionales e internacionales coordinados. Estamos dispuestos a hacer nuestro aporte a la paz y la estabilidad en Siria en el curso de negociaciones serias entre partes regionales y extraregionales. Aquí, también, necesitamos impedir que las conversaciones se conviertan en un juego de suma cero.
Esto no es menos válido para el programa de energía nuclear pacífica de Irán, que ha sido objeto de un enorme despliegue publicitario en las últimas décadas. Desde principios de los años noventas, las sucesivas predicciones sobre lo cerca que estaba Irán de adquirir una bomba nuclear resultaron infundadas. Durante este período, los alarmistas intentaron pintar a Irán como una amenaza para Oriente Medio y el mundo.
Todos sabemos quién es el principal agitador, y cuál es el objetivo de querer exagerar esta cuestión. También sabemos que esta afirmación fluctúa de manera proporcional a la presión internacional para frenar la construcción de asentamientos y terminar la ocupación de tierras palestinas. Estas falsas alarmas continúan, a pesar de las estimaciones de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, que deducen que Irán no ha decidido construir un arma nuclear.
De hecho, estamos comprometidos con no desarrollar y producir una bomba nuclear. Como se enunció en la fatwa emitida por el líder supremo, el ayatollah Alí Khamenei, creemos firmemente que el desarrollo, la producción, el acopio y el uso de armas nucleares son contrarios a las normas islámicas. Nunca, siquiera, contemplamos la opción de adquirir armas nucleares, porque creemos que esas armas podrían minar nuestros intereses de seguridad nacional; en consecuencia, no tienen lugar en la doctrina de seguridad de Irán. Inclusive, la percepción de que Irán puede desarrollar armas nucleares va en detrimento de nuestra seguridad y nuestro interés nacional general.
Durante mi campaña presidencial, me comprometí a hacer todo lo que estuviera a mi alcance para acelerar una resolución al estancamiento respecto de nuestro programa de energía nuclear. Para cumplir con esta promesa y beneficiarse de la ventana de oportunidad que abrió la elección reciente, mi Gobierno está dispuesto a remover cielo y tierra en la búsqueda de una solución permanente que sea mutuamente aceptable. Luego del acuerdo provisional de noviembre, estamos dispuestos a continuar trabajando con el P5+1 (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas más Alemania) y quienes tengan la intención de asegurar la plena transparencia de nuestro programa nuclear.
La capacidad nuclear pacífica que hemos alcanzado será utilizada en el contexto de un marco de salvaguardas reconocido internacionalmente, y las puertas estarán abiertas para un monitoreo multilateral por parte de la Agencia Internacional de Energía Atómica, como sucedió en los últimos años. De esta manera, la comunidad internacional puede asegurar la naturaleza exclusivamente pacífica de nuestro programa nuclear. Nunca renunciaremos a nuestro derecho de sacar provecho de la energía nuclear; pero estamos dispuestos a trabajar con el objetivo de eliminar cualquier ambigüedad y responder cualquier pregunta razonable sobre nuestro programa.
La prolongación de la presión, los aprietes, la intimidación y las medidas destinadas a recortar el acceso de los iraníes a una amplia gama de necesidades, desde tecnología hasta medicamentos y alimentos, no puede más que contaminar la atmósfera y minar las condiciones necesarias para progresar.
Como demostramos en 2013, Irán está absolutamente decidido a comprometerse seriamente con la comunidad internacional y negociar con nuestros interlocutores de buena fe. Esperamos que nuestros pares también estén dispuestos a aprovechar esta ventana de oportunidad.
Hassan Rouhani es presidente de la República Islámica de Irán. © Project Syndicate.