Algunos años atrás me reuní con un cliente cuyo nivel de exigencia acerca de los servicios que brindaba su compañía era alto. Durante la conversación, me mencionó algo que aún recuerdo: tenemos los proveedores que merecemos. Algunos dirán hoy que también tenemos los gobernantes que merecemos.
Quizá la idea de tercer mundo nos impide hacer las cosas bien desde la primera vez y nos conformamos con hacer las cosas más o menos como se pueda.
Duele ver cómo nuestras instituciones se conforman con medio hacer las cosas y, además, se sienten orgullosas de ello. Como si la gente a quienes sirven fueran personas que se conforman (o deben conformarse) con cualquier cosa.
Me alegra mucho cuando veo al gobierno desarrollar obras como puentes y carreteras, y me da esperanza de que realmente se logren grandes cosas para el país; sin embargo, no puedo evitar sentir un gran dolor cuando esas obras, en su mayoría, se efectúan a medias.
Señales eliminadas. Recientemente, comenzaron los arreglos en la carretera Bernardo Soto, en el tramo entre Manolos y Naranjo. La primera reacción es pensar “qué bien, están mejorando las vías”; no obstante, podría aplicar lo dicho por mi cliente, y quizá tenemos el proveedor que nos merecemos.
Resulta que, tras sustituir partes de la capa asfáltica, lógicamente eliminaron la señalización. Lo que no es lógico es pensar que no se vuelva a señalizar la carretera inmediatamente. No es esperar unas semanas para que se haga (en algunos casos hemos debido esperar años). Es que en una vía por la que circulan miles de vehículos resulta muy peligroso la no existencia de señalización y estemos a merced de quienes “recuerdan la señalización” para conducir adecuadamente en la vía. Ni se diga de lo peligroso que resulta circular por ahí en las noches.
No caben en este caso excusas como que no hay presupuesto o que van por fases porque una carretera (o un tramo) es una unidad completa. Si no está señalizada, no es funcional por cuanto resulta altamente peligrosa para quienes transitan por ella. Por eso, me parece que no deben separarse los procesos y dejar la señalización para después.
Esto no es exclusivo de ese trayecto, pues abundan los ejemplos, y solo para mencionar uno más puedo recordar que hará unos cinco años se recarpeteó parte de la vía que conecta con la ruta 32 saliendo de San Miguel de Santo Domingo de Heredia, la señalización de dichos tramos apenas acaba de hacerse. Todos estos años los usuarios circulábamos recordando cómo era que estaba demarcada la vía.
Claro que es muy sencillo criticar, y por eso trato de no enfocarme puramente en la crítica. Lo complicado probablemente es lograr que los empleados públicos, responsables de que las cosas se hagan, tengan conciencia y una mentalidad menos tercermundista y se esfuercen por hacer las cosas bien desde la primera vez.
Mediocridad. Nos conformamos con carreteras medio hechas, con instituciones que medio sirven a sus usuarios brindando servicios que medio funcionan. Por supuesto, como en todo, hay excepciones que merecen todo nuestro reconocimiento, pero estoy seguro de que podrían ser mejores si el entorno las obligara a competir de manera más ágil.
Lo que no creo es que este hermoso país tenga en las calles los conductores que se merece. No es posible que un país como el nuestro merezca choferes que irrespetan todos los señalamientos viales solo para avanzar primero que alguien más, olvidando las mínimas normas de cortesía y convirtiendo las carreteras en campos de batalla que asustan a cualquiera. Hay quienes circulan en carreteras de dos y tres carriles por el carril de más a la izquierda no importa si van a salir pronto en el carril derecho o si van a continuar por kilómetros en la vía. Aquello de dejar circular a quienes pueden rebasar por el carril izquierdo es historia antigua. La mentalidad de tercer mundo parece ser algo que no queremos sacudirnos para demostrar que somos también gente educada y respetuosa capaz de lograr que en nuestras carreteras podamos circular pacíficamente sabiendo que se seguirán las reglas viales y de cortesía.
Sigo siendo optimista y espero que podamos tener en el Gobierno los proveedores que nos merecemos en todos los campos, desde la presidencia hasta las funciones mas operativas, y que nosotros seamos usuarios dignos de ese servicio dispuestos a cumplir con nuestros deberes y responsabilidades, incluido el pago de impuestos.
El autor es empresario.