En La Nación del martes 28 de setiembre, el periodista del alcalde josefino me “adoquinó” uno de sus artículos en el que me pide que no me haga la víctima y me emplaza a que formule propuestas, lo que por demás, le agradezco.
Comiéndome unos helados de sorbetera donde Lolo Mora, me enteré de que la reparación de la instalación eléctrica del mercado central supera por mucho los ¢400 millones, y lo peor es que ha sido con- cesionada a una empresa privada.
De inmediato, pregunté: “¿Es que acaso en la Municipalidad de San José no hay electricistas, ingenieros o arquitectos que puedan hacer ese trabajo más barato, que más bien tenemos que ponerlo en otras manos?”.
Este fantasma privatizador tiene amenazada la estabilidad laboral de las/los trabajadores municipales, quienes todos los días escuchan con desmotivación que la labor que realizan, llámese limpieza, aseo de vías, recolección, vigilancia, reparaciones, transporte, servicios generales o cualesquiera de las funciones que desarrollan los demás profesionales que laboran en ese ayuntamiento, podría correr la misma suerte que la privatizada instalación eléctrica del mercado central.
Propuesta concreta. Al igual que el resto de los josefinos, sueño con una municipalidad eficiente, que brinde respuestas ágiles y precisas a las necesidades de los barrios; pero, para lograrlo, no es necesario privatizar los servicios que todos pagamos con nuestros impuestos.
Más bien, propongo para elevar la calidad de la atención y de los servicios que nos brinda nuestra municipalidad, empezar por estimular al personal de diversas formas: Desde una revisión detallada de salarios para los empleados menos favorecidos y el pago de horas extras a las/los trabajadores que no las han recibido, hasta la implementación oportuna de técnicas modernas en materia de recursos humanos y relaciones interpersonales, como lo aplican las grandes y exitosas empresas, para fomentar un clima laboral agradable, en un ambiente saludable, con empleados motivados, en el que la ilusión por superarse y hacer bien las cosas, regrese a una municipalidad que hoy se encuentra aletargada, por la modorra que fluye desde el quinto piso y que lamentablemente ya lo ha salpicado todo.
La eficiencia en nuestra municipalidad no depende de cuántos empleados despidan ni de la privatización de funciones o actividades; si desde el quinto piso se predica dando ejemplo de honestidad, honradez, transparencia y compromiso, todos/as los/as funcionarios de la municipalidad tomarían una inyección de estímulo para realizar mejor su trabajo y entonces, las/los josefinos obtendríamos una mejor atención y servicios de mayor calidad.