Hoy, más que nunca, requerimos que el Gobierno actual defina prioridades en el campo social, económico, energético y ambiental. Costa Rica tiene un desempleo de un 8% y un creciente empleo informal. Nuestra sociedad tiene graves problemas de equidad y un déficit de un 6% del PIB que amenaza desestabilizar nuestra economía. Déficit recurrente, que requiere eliminar una serie de privilegios en el sector público y privado que se han acrecentado geométricamente en el pasado.
Nuestros problemas de equidad nos exigen un gasto social más focalizado y eficiente. Costa Rica es un país maravilloso, pero, si queremos seguir creciendo con equidad, debemos unirnos para analizar lo que hemos hecho mal en el pasado y cuál debe ser la nueva ruta de desarrollo, la cual va a requerir revisar y reformar un Estado que se encuentra atrofiado y sobredimensionado. Si no logramos reestructurar el Estado, difícilmente podremos crear mayor empleo.
Crear empleo. Para crear nuevos empleos, debemos reducir el déficit y una deuda pública crecientes. Hay que “poner en cintura” el gasto del Gobierno y del resto del sector público bajo una sola autoridad. Debemos revisar bien qué significa “autonomía” en el gasto público. Recordemos que el Congreso solo analiza la tercera parte de los gastos estatales. El resto no está sujeto a una autoridad presupuestaria y su aprobación solo es resorte de la Contraloría. De ahí que requerimos reformas estructurales valientes. Hay que generalizar nuevos índices de desempeño de los servicios públicos y del propio Estado. Esto es la verdadera rendición de cuentas del resultado social y económico.
En forma paralela a la austeridad en el gasto, debe venir una racional liberación de obstáculos que facilite crear nuevas empresas y hacer nueva inversión pública. No podemos durar 40 años para terminar una circunvalación. Nuestro Estado debe ser más productivo, más pequeño y sin tantos privilegios. El Estado debe estar al servicio de los ciudadanos, de sus retos y necesidades. Los ciudadanos debemos ser el centro y los protagonistas. Todos los costarricenses tenemos el derecho a exigir transparencia, eficiencia y austeridad en el manejo de los recursos públicos.
Es importante que estemos claros en que el Estado costarricense ha gastado reiteradamente más de lo que le ingresa. Su gasto ha sido descentralizado y poco eficiente. Hoy tenemos un excesivo gasto que va directamente a aumentar la planilla del sector público, y que no corrige los problemas sociales y la necesidad imperiosa de mayor inversión. Es imprescindible racionalizar los salarios de todo el sector público y los famosos “pluses”, que en algunas ocasiones superan el 50% de los salarios base, creando graves distorsiones y privilegios.
Círculo virtuoso. Nuestra economía necesita generar cada día más empleos de calidad y mayores emprendedores. Los ingresos frescos al Estado se van a producir cuando logremos crecer, con nuevos empleos bien remunerados. Si la gente tiene trabajo, las empresas venden más, aumenta el consumo, y hay mayor movilidad, crecimiento y dinamismo. Con mayor empleo, crecen los ingresos del Estado y el bienestar social. Para eso requerimos reglas claras, mayor transparencia, seguridad jurídica, confianza e inversión pública. Tenemos que cambiar la Administración Pública y mejorar su funcionamiento. No podemos seguir multiplicando los aparatos burocráticos. No podemos seguir pidiendo decenas de permisos para crear una pyme.
La descentralización no puede significar fragmentación, ni el regular debe sumar más obstáculos. Las leyes tienen que servir para crear nuevas oportunidades. No podemos asfixiar la inversión y nuestra competitividad. No se vale no armonizar tantas regulaciones. Costa Rica es pequeña y, si no tenemos un Estado eficiente, nuestra economía no será competitiva. Hay que crear un ambiente de negocios que genere empleo, prosperidad, confianza e inclusión.
Ética. Tenemos que volver a creer en la política y en los valores éticos. Hay que gobernar para todos. La ética debe ser transversal. No podemos seguir pensando que todos los políticos son corruptos. La calidad de nuestra democracia depende de que este Gobierno tenga éxito. Los partidos de oposición y los grupos de presión deben tener una posición constructiva y valiente ante los nuevos planteamientos del nuevo Gobierno. No se vale obstruir y criticar, sin antes plantear soluciones alternativas. No podemos tampoco mantener privilegios para unos pocos.
Nuestro sistema democrático ha perdido respaldo ciudadano, y la confianza en él se ha erosionado por la desigualdad y la corrupción. Lo cierto es que debemos rescatar la confianza para volver a creer en nuestro marco constitucional y las leyes. El diálogo y la transparencia son claves. Costa Rica necesita una estructura ética pública orientada al bien común. Nuestra democracia no se agota en las elecciones cada cuatro años. Nuestra juventud debe ser activa, valiente y crítica. Pero, ante todo, debe involucrarse como gran protagonista. Por eso, es importante cambiar la mentalidad de los costarricenses. Debemos transformar nuestro Estado y exigir rectitud. Se trata de que debe prevalecer siempre la vocación de servicio. Tenemos que volver aprender a construir democracia. Cambiemos, pues tenemos por delante grandes retos.
Dejemos de estar creando más programas sin recursos. Llegó la hora de simplificar el Estado sin sacrificar los programas sociales. Hoy tenemos más de 300 instituciones en el sector público. ¿No habrá alguna que podemos refundir? ¿En verdad es necesario todo este gigantesco Estado que hemos creado? ¿Alguien ha medido el costo-beneficio de cada institución? ¿Acaso no es cierto que siempre pensamos en cambiarles el nombre a muchas instituciones que ya no tienen ningún papel estratégico para el desarrollo? Hoy, al igual que cualquier familia, debemos ser responsables y “apretarnos el cinturón”. Cada gasto debe ser medido. Evitemos duplicidades. Revisemos los reglamentos y leyes para analizar cuáles son útiles y cuáles derogar. Menos leyes y más eficiencia son importantes.
La tecnología como herramienta debe ser un instrumento clave en el servicio del ciudadano, tanto para acceder a los servicios como para dar transparencia y usarse como control de la labor del Estado. Eliminando trámites, reduciendo plazos y estimulando a las pymes, crecemos y generamos más empleo de calidad y volveremos a creer.
Transparencia, austeridad, eficiencia y ética son prioritarias para volver a generar empleo para una sociedad más próspera e inclusiva.