Señores Araya y Solís: Felicito a los dos por la votación mayoritaria que obtuvieron en las elecciones del 2 de febrero. Hubo un empate virtual, pero… las fuerzas se han realineado hacia la segunda vuelta electoral. Don Johnny no va a seguir. Su decisión de abandonar la campaña nos obliga a hacer ciertos cambios a este trabajo, que habíamos titulado “Reto a los candidatos”. Sin embargo, hay desafíos que siguen vigentes para ambos políticos.
El señor Araya quiere ejercer una oposición responsable y “participar institucionalmente en la construcción de un acuerdo nacional por la producción, la equidad y la gobernabilidad” ( La Nación , 6 de marzo).
Don Luis Guillermo nos pide un millón de votos para legitimar su mandato. No es suficiente, señor Solís. Usted tiene que atreverse a mostrar su verdadera estrategia de cambio y, así, intentar convencernos de salir a votar.
Considerando que los dos personajes arrancan en el mismo partido político y que ahora son jefes de partidos con ideas diferentes y que tendrán papeles decisivos en el próximo gobierno, sigue siendo válido que ambos nos aclaren sus posiciones en temas complejos que consideramos claves durante los próximos cuatro años. El cuasi electo presidente no tiene excusa.
Por tanto y visto que no habrá más debates presidenciales, los electores demandamos respuestas apropiadas, claras y exactas, dirigidas a los siguientes retos nacionales:
1. Funcionalidad del Gobierno. Eso significa que el Poder Ejecutivo tiene que proponer y alcanzar cambios legislativos y administrativos profundos que permitan gobernar (reorganización de los medios de poder, cumplimiento, facilitación, seguridad jurídica), que la Asamblea Legislativa va a producir leyes oportunas y de calidad (reglamento ágil, cómo elegir a nuestros futuros diputados), que el Poder Judicial trataría de acelerar y mejorar la administración de justicia (sindéresis) y limitar la interferencia de la Sala Constitucional en la formación de las leyes. Asimismo, habría que revisar por qué la Fiscalía no acierta en causas importantes.
¿Cuáles son los cambios profundos, fundamentales y notables que ustedes impulsarán y que serían capaces de devolvernos la funcionalidad del Gobierno?
2. Déficit fiscal. De verdad: ¿cuándo y exactamente cómo resolverlo, ahora y a largo plazo (tamaño futuro del Estado, posibles privatizaciones, libre empresa o más interferencias del Estado, economía abierta o cerrada)?
En este ámbito, deseamos saber si la próxima administración va a proponer la ampliación del monopolio de Recope, asignándole la exploración y explotación del gas natural.
Nos interesa conocer, también, si se aprobarían reformas procesales para introducir las acciones populares, como medios para tutelar derechos e intereses colectivos o difusos y paralizar al Estado.
3. Infraestructura. Costa Rica no puede progresar si no mejora significativamente sus obras públicas (las indispensables, que son casi todas). Estamos a la escucha de acciones determinadas y precisas, de prioridades y de los medios disponibles para hacer obra en el próximo gobierno.
4. CCSS. Rescate y viabilidad de la institución (hacerla más humana). ¿Cómo realmente lograr el apoyo social necesario?
Duele ver que existe la mediocridad de algunos empleados que resulta en el maltrato a los pacientes, y se ve también el riesgo en el que la Caja pone al régimen de pensiones.
5. Mejor calidad de vida para todos. Tenemos derecho a vivir mejor y en paz con nuestros vecinos y nosotros mismos (menor costo de vida, seguridad personal). ¿Cómo lograrlo?
Nuestro voto en la venidera elección, y de muchos miles y miles de compatriotas más, indecisos a votar por el confuso panorama reseñado, podría ser para el candidato o partido que conteste concretamente, en directo y sin miedo ni reservas estos cinco planteamientos y ofrezca soluciones positivas, realistas, viables y, sobre todo, confiables y esperanzadoras.
Todos los demás problemas nacionales, inclusive el de la pobreza y los vicios de corrupción, se acomodan y arreglan de camino si alguno de ustedes dos enfrenta nuestras metas con absoluta buena fe, y es capaz de dar soluciones serias a dichos desafíos, con verdadero propósito de transformación, innovación en sentido amplio, rigor intelectual y ética.
Un auténtico desarrollo del país exige ideas extraordinarias, mayor liderazgo y enfoques conceptuales nuevos y exitosos, encaminados hacia el bien común. “El progreso consiste en el cambio” (Unamuno).
Posdata. No se nos mande a leer abultados programas de gobierno porque esas narraciones son líricas y no tienen la especificidad que exigimos, a más de que nunca se cumplen a cabalidad.
Los desafíos son importantes y urgentes, así que no se vale responder a los costarricenses con evasivas.