Muchos estamos acostumbrados a levantarnos después de que sale el sol y salir del trabajo cuando ya está por anochecer. Tarde y oscuro, lidiamos con presas y calles maltrechas. Cuando finalmente llegamos a nuestras casas, encendemos las luces para ver a nuestra familia. La noche siempre nos cae muy temprano.
¿Cambiaría esto si adelantamos el reloj una o dos horas para aprovechar mejor la luz del día? La rutina sería la misma, con la única diferencia de que nuestros relojes marcarían el tiempo del amanecer y del atardecer una o dos horas más tarde. Con ello se lograría economizar electricidad en el período del día cuando hay luz natural y que coincide con los momentos de mayor demanda. En pocas palabras, se adelantaría el reloj para cambiar madrugadas más oscuras por tardes más claras.
En el pasado, la propuesta fue discutida. Varios gobiernos la descartaron en distintas oportunidades. Alegaron que el ahorro energético que traería el cambio no sería lo suficientemente significativo como para justificar tal proceder y que, a fin de cuentas, la mayoría de nuestra electricidad se produce con energías renovables. Sin embargo, en países donde se goza de un alto nivel de calidad de vida, estas propuestas se han puesto en marcha, fundamentalmente, porque se busca “obtener un mejor uso de la luz solar, optimizando el horario de las actividades humanas según el amanecer y el atardecer” (Estudio PE 611.006 de octubre del 2017 del Parlamento Europeo).
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Horario conveniente. Adelantar el reloj permite que las personas dispongamos de más tiempo de calidad, aprovechar más horas de luz al aire libre y disfrutar de momentos que coincidan con nuestras horas libres. Los comercios también se pueden beneficiar, puesto que habría más consumo por las tardes y los turistas podrían deleitarse de nuestras maravillas naturales en horarios más convenientes.
El Gobierno y las empresas que así lo deseen también tendrían un margen más amplio para fijar la hora de entrada y salida de los empleados, lo cual puede ayudar a reducir las presas y llevar alivio a los conductores en las horas pico. Además, contar con luz solar de regreso a casa reduciría la cantidad de accidentes de tránsito que ocurren en esas horas, tal como lo determinó un estudio del American Journal of Public Health.
La oscuridad, además, favorece la criminalidad. Según datos de la Unidad de Análisis Criminal del Organismo de Investigación Judicial, el 77 % de los asaltos entre enero del 2015 y agosto del 2017 ocurrieron por la noche. Al adelantar el reloj, la actividad delictiva puede disminuir para permitirnos a los costarricenses trasladamos del trabajo o centro educativo a la casa –más confiados y seguros– cuando todavía hay luz solar.
Una razón de peso para resistirse al cambio de horario es el argumento relacionado con la hora de entrada a clases de las escuelas, adonde muchos niños llegan caminando. Sin embargo, son tantas las ventajas, que bien puede el Ministerio de Educación considerar ajustar la hora para que los más pequeños no tengan que ir a los centros educativos a oscuras, pero sí puedan disfrutar por más tiempo durante la tarde. Y para aquellos de nosotros que sí tenemos que madrugar, no olvidemos nuestras condiciones climáticas privilegiadas, que difícilmente están por debajo de los 20 ºC. ¡Adelantemos el reloj y alarguemos desde ya estas tardes de diciembre!
El autor es estudiante de Derecho.