En la mañana del 3 de febrero, escribí en una especie de blog que tenemos en el PLN, conocido como “la lista”, un comentario con respecto al resultado de las elecciones del día anterior; y si bien jamás le pedí la renuncia a mi candidato Johnny Araya (como se dijo en algunos medios de comunicación) sí es cierto que dije que atendiendo la realidad política, me parecía que era lo mejor que podía hacer, que era lo más conveniente para el país y para el mismo PLN.
También dije que debía aprovechar esa oportunidad para reconocer el liderazgo de Luis Guillermo Solís, ofrecer todo su apoyo al nuevo gobierno y plantear una propuesta temática puntual, para empezar a trabajar, desde ese momento, en la construcción de una agenda nacional, en la búsqueda de la solución conjunta de los problemas más agobiantes de nuestro país.
Si bien el pasado 5 de marzo Johnny, con gran desprendimiento personal y político, hizo algo muy parecido a lo que yo sugerí, debo confesar que me parece que algunas áreas de su mensaje no fueron del todo claras, como cuando habló de recorrer de nuevo el país para agradecer el apoyo recibido. Afortunadamente, decidió atrasar ese recorrido, espero que para después del proceso electoral del día 6, ya que visitar la dirigencia antes de la segunda ronda como lo iba a hacer, se prestó para confusiones y malas interpretaciones.
Además, hubiera sido ideal que, al anunciar su retiro, Johnny aprovechara para invitar a la población a apoyar con su voto al único candidato que, luego de su decisión, moral y políticamente seguía en el proceso. Con esto, además de legitimar al nuevo gobernante, hubiera fortalecido y dignificado la institucionalidad democrática de Costa Rica.
Hacer patria. Estoy seguro de que la decisión de Johnny fue muy difícil; pero, también, fue sincera. Jamás podría pensar de él que se prestara a dobles intenciones, como algunos han insinuado y hasta afirmado. Sin embargo, con mucho pesar, he visto que dentro del PLN sus autoridades y algunos dirigentes, incluso muy cercanos al excandidato (y sin duda corresponsables de la debacle electoral que sufrimos) han dicho que continúan en la lucha y, lejos de seguir el buen ejemplo de quien encabezó la papeleta, más bien han hecho escarnio de él y se aprestan a promover, en las próximas semanas, un llamado al voto verdiblanco, alegando que el PLN no se rinde y que la batalla aún no termina.
Don Pepe Figueres una vez dijo que el espíritu del 48 era “La renuncia a la pequeñez de la política, la consagración a los más nobles ideales y la mística patriótica”. Con la actitud asumida por algunos dentro del PLN, hemos perdido la mejor oportunidad para darle vida a ese espíritu y suscribir con hechos claros las palabras del caudillo.
Lejos de hacer patria, dando un paso al lado y ofreciendo apoyo y respaldo a quienes evidentemente nuestro pueblo prefiere como sus nuevos gobernantes, algunos pretenden seguir una confrontación estéril e innecesaria, perjudicando con ello el clima de concordia, respeto y solidaridad que hoy, más que nunca, Costa Rica demanda de sus hijos.
Con las manifestaciones y acciones que varios dentro del PLN están realizando, desoyendo el mandato popular y manteniendo artificialmente una lucha sin razón, pierde Costa Rica y, sin duda, pierde el PLN. Parafraseando a otro Figueres, concluyo que estamos haciendo política con ‘p’ minúscula, y esa es del tipo que Costa Rica ya no quiere ni necesita.