Carlos Luis Sáenz Elizondo (1899-1983) tuvo una destacada trayectoria intelectual y política, en la que pasó de maestro normal y estudioso del ocultismo en la década de 1920 a director de la Escuela Normal y candidato presidencial del Partido Comunista de Costa Rica (PCCR) en el decenio de 1930.
Tras su destitución como docente de la Escuela Normal en 1936, Sáenz se convirtió en el poeta oficial del PCCR, un cambio que pronto se evidenció en la poesía que escribía, como lo destacó Carmen Lyra al prologar su libro Raíces de esperanza, publicado en 1940.
De acuerdo con Lyra, “Sáenz era de los poetas que cantan en hermoso verso, al paisaje, a la estrella, a la luna”, pero al tomar consciencia de “la barbarie de la explotación capitalista”, decidió cantar “al palero que lleva su pala al hombro, como una cruz, al Primero de Mayo que recuerda la conquista de la jornada de ocho horas”.
Conferencia. Al igual que otros docentes que fueron despedidos por ser comunistas, Sáenz tuvo que dedicarse a otras actividades intelectuales, por lo general vinculadas con el PCCR, para ganarse la vida: escribir sobre diversos temas, en especial acerca de asuntos educativos, e impartir clases particulares de oratoria. Si bien fue elegido diputado en 1938, no logró ocupar la plaza debido al controversial conteo de unos votos que ordenó el entonces presidente León Cortés Castro.
Luego de que el PCCR y el gobierno de Rafael Ángel Calderón Guardia (1940-1944) empezaron a colaborar, Sáenz, como lo documentó Francisco Zúñiga Díaz, fue nombrado director del Departamento de Educación Sanitaria del Servicio Cooperativo Interamericano de Salud Pública.
Fue durante el ejercicio de ese cargo que el Departamento de Lucha Antivenérea y la Liga Social Antivenérea invitaron a Sáenz a impartir la conferencia titulada Alumnos y profesores ante el peligro venéreo. Su exposición fue transmitida el 23 de octubre de 1944 por la estación llamada Radio para Ti y en 1945 se publicó como folleto.
Incumplimiento. En la presentación de ese opúsculo, el doctor José Amador Guevara, jefe del Departamento de Lucha Antivenérea, se quejó de que, aunque el artículo 233 del Código Sanitario establecía la obligatoriedad de las clases de educación sexual en los colegios de varones a partir del tercer año, “esa importante ilustración” no había “sido recibida aún por la masa estudiantil”.
Amador declinó analizar las razones de tal incumplimiento y se limitó a invitar cordialmente a los maestros, profesores, padres de familia y estudiantes para que de manera respetuosa instaran al ministro de Educación, en ese entonces Hernán Zamora, para que velara por que esas clases se impartieran regularmente.
Más interesante aún, Amador reveló que como la cartera de Educación no había asumido esa responsabilidad, el departamento que él dirigía se había encargado de impartir educación sexual no solo en escuelas y colegios de varones, sino también de mujeres, así como en diferentes asociaciones de jóvenes.
De esta manera, la conferencia que impartió Sáenz no constituía un hecho aislado, sino que formaba parte de una campaña más amplia dirigida por Amador para que las autoridades sanitarias asumieran las responsabilidades que le competían al Ministerio de Educación.
Aunque Amador dio a entender que las labores efectuadas por su departamento en el campo de la educación sexual eran esporádicas y limitadas, lo cierto es que, entre 1943 y 1945, publicó 22 folletos y nueve volantes al respecto.
Prostitución. Sáenz centró su conferencia en el tema de la educación sexual de los estudiantes varones como parte de la campaña dirigida a combatir la propagación de las enfermedades venéreas. Si bien evitó mencionar el asunto de la prostitución, toda su exposición sugiere que era por este medio que los jóvenes se iniciaban en la vida sexual.
Correspondientemente, para Sáenz una apropiada educación sexual debía enfatizar en indicarles a los jóvenes el peligro de las enfermedades venéreas, por lo que había que enseñarles a “cuidar su cuerpo” a partir del conocimiento de cómo practicar una higiene adecuada.
Llama la atención que Sáenz no se refiriera al problema del embarazo adolescente, lo cual es explicable por los moderados índices de hijos nacidos fuera del matrimonio en el Valle Central; además, tal fenómeno estaba menos presente en la población estudiantil de entonces, compuesta mayoritariamente por jóvenes provenientes de sectores urbanos medios y altos.
Docentes. Para Sáenz, la tarea de impartir una adecuada educación sexual era dificultada por tres factores principales, dos de ellos relacionados con los docentes. El primero consistía en que los profesores estaban sobrecargados de trabajo por lo que no podían dar ningún tipo de atención individualizada a los estudiantes.
En segundo lugar, los docentes carecían de los conocimientos mínimos indispensables para dar clases de educación sexual, por lo que la enseñanza en este campo, si es que la impartían, se basaba en juicios de valor o en relatar anécdotas, comúnmente basadas en la experiencia personal.
Según Sáenz, los profesores debían prepararse debidamente para impartir esas clases, lo cual implicaba estudiar los libros disponibles sobre el tema, de manera que en el docente se desarrollara “una mentalidad moderna, una base científica y ética moderna”. Para Sáenz, “sin esta base de esclarecimiento, de cultura, por parte del profesor, será muy poco efectivo lo que intente hacer”.
Finalmente, Sáenz hizo un llamado para que la Universidad de Costa Rica (UCR) impartiera a los futuros educadores “un curso de psicopedagogía en el cual se incluyera de modo especial el estudio de cuestiones sexuales tanto en la infancia como en la adolescencia”.
Industria. El otro factor que complicaba la educación sexual, según Sáenz, era que los jóvenes, a falta de clases de educación sexual, se informaban sobre sexualidad por medio de las diversas manifestaciones de la industria cultural, en particular del cine, ya que “en la pantalla” veían “aclarados, o enturbiados, sus sueños y sus adivinanzas sobre la vida sexual”. Por si esto fuera poco, “la novela erótica y la pornográfica” hallaban “clientela muy especial entre los muchachos y también entre las muchachas”.
También muy preocupante era, de acuerdo con Sáenz, que los estudiantes consumían mucho de su tiempo en “charlas de tema sexual”. “Quien haya tenido oportunidad de escucharlas –dijo–, estará de acuerdo con nosotros en que su contenido muestra dos cosas: una ignorancia increíble de las cuestiones relacionadas con el sexo y una verdadera suciedad en que las palabras adquieren modalidades de expresión que solo pueden surgir de honduras abismales que dan náuseas, y que uno casi se resiste a creer que existan en el alma de los jóvenes”.
A casi tres cuartos de siglo de distancia, el folleto de Sáenz (pronto disponible en versión digital en el Centro de Investigaciones en Identidad y Cultura Latinoamericanas de la UCR), ofrece una valiosa perspectiva histórica para considerar a largo plazo el problema de la educación sexual en el país.
Iván Molina es historiador.