La editorial Costa Rica acaba de publicar, con el apoyo financiero de la Unesco, una extensa antología de poesía centroamericana contemporánea, seleccionada, prologada y anotada por el guatemalteco Francisco Albizúrez Palma (San José 1995, pags. 703). El proyecto merecía señalarse con piedras blancas, mas en presencia de los resultados --bastante mal templada resultó la guitarra-- pocas ganas de pedir las orejas quedanle al avisado lector.
Aclaremos, de entrada, que al señor Albizúrez le falta el sentido de las proporciones. Y para muestras unos cuantos botones. Que a Guatemala, país de modesta relevancia poética aunque solar de excelente narradores, se dediquen 200 páginas, es decir el doble de las que se conceden a cada uno de los demás países del iIstmo, constituye, de por sí, una rareza. Pero que a Nicaragua, que notoriamente ha dado las mayores y mejores contribuciones a la poesía de centroamericana se le dediquen sólo 100 cuando, para no ir más lejos, a Costa Rica --cuna de ensayistas e historiadores de robusta contextura, mas no de sonados poetas-- se le brindan 150, puede parecer, y es, descomedida humorada. Pero sigamos.
Que en la lista de los poetas nicaragüenses falten los nombres de Alberto Ordóñez Argüello, Julio Ycaza Tijerino, Manolo Cuadra (imperdonable omisión), cuando luego vemos incluidos a Fernando Gordillo o Rosario Murillo; que de Coronel Urtecho se pase por alto la fuerte y suave "Pequeña biografía de mi mujer"; que a Ernesto Cardenal únicamente se le dediquen cuatro páginas (!!!), haciendo además de lado sus poemas más logrados (los de "Gethsemany KY.", de "Hora cero"; de "El estrecho dudoso"), y que de Pablo Antonio Cuadra se desconozcan, o no se reproduzcan, algunos por lo menos de los hermosos "Cantos de Cifar" o de los sugestivos "Poemas nicaragüenses", también me parece ocurrencia estrafalaria, cosa del otro jueves, es suma demostración cabal de que se desconoce por dónde anda la procesión.
Entre los guatemaltecos, Luis Alfredo Arango y Carlos Zipfel García ciertamente no deslumbran, pero transeat: el propio antólogo es guatemalteco y de resultas, su criterio selectivo adolece de un marcado chauvinismo al estilo "Capitanía General". Ahora, lo que me parece poco, pero muy poco elegante, es que el señor Albizúrez (hasta ayer crítico fidedigno, si bien como poeta se le conociera en su casa y paren ustedes. de contar) dedique a sí mismo 10 páginas, tantas como a Miguel Angel Asturias, cinco más que a Carlos Martínez Rivas, y seis más que a Cardenal. A César Brañas, que aun siendo "agarrados", vale por cinco Albizúreces como mínimo, se le conceden sólo ocho.... ustedes. dirán.
También es cierto que la elegancia no es asunto de receta médica, y que cuando falta boticarios no hay que la proporcionen. En cuanto a Honduras, tampoco habría sido cosa de cantar el credo, incluir a Claudio Barreras, Cáceres Lara, Daniel Lainez. Once páginas para Claudia Lars, la voz poética más depurada de El Salvador, son obviamente pocas si se comparan con las catorce dedicadas a Roque Dalton. Por lo que a Costa Rica se refiere --dulcis in fundo-- este fraile habría seleccionado mas material de Eunice Odio, Jorge Debravo, Azofeifa y Duverrán (que no aparece del todo) y menos de Diana Avila, Guillermo Fernández, Alfredo Sancho y Alfonso Chase. Bueno, a lo mejor son cosas de uno y perdonen Sus Señorías.
Ahora, para echar el sello, lo que dije al inicio. El proyecto era bueno, pero... mejores mariposas ha cogido mi sombrero. No digo que esta antología sea, conforme el refrán, más mala que un susto en ayunas, pero buena, lo que se dice buena, dista mucho de serlo. Con la venia, por supuesto, de don Francisco Albizúrez, paradigma de exquisita discreción, y antólogo de fino olfato literario.