Cuando en diciembre del año anterior, en razón de informar de la publicación de un nuevo libro sobre la Virgen de los Ángeles, escrito por el sacerdote y periodista Glen Gómez, con apoyo del rector de la Basílica, Jorge Eddy Solórzano, supe del estudio geológico que determinó la existencia de rajaduras o fisuras en el manto de la piedra-imagen de La Negrita , de inmediato pensé, como católico, que el hecho sería controversial. Creí que sería aprovechado por los que no creen en el dogma católico de la Virgen María, Madre de Jesucristo, para atacar esa fe. Me equivoqué, debo reconocerlo, porque la madurez religiosa, no importa el signo que tenga, ha sido encomiable ante esta información, con pocas excepciones. Y es que esa Negrita , que cumple el próximo lunes 2 de agosto los 375 años de su hallazgo, infunde devoción en los creyentes y respeto en quienes no lo son. Se le venera por lo que simboliza para nuestra Costa Rica, el crisol de razas que nos legaron la colonia y la Cruz.