La exploración de gas natural y petróleo en Costa Rica debe impulsarse, sosteniblemente, para sustituir nuestras masivas y crecientes importaciones que representan el 66% de nuestro consumo energético. Generaríamos, además, una gran cantidad de recursos fiscales y no fiscales que podrían destinarse a amortizar la deuda, reducir el déficit fiscal, impulsar el desarrollo, crear empleo, financiar la transición energética e impulsar políticas para reducir los gases de efecto invernadero, tal como lo hace Noruega, líder mundial en desarrollo sostenible.
Costa Rica es altamente dependiente de los derivados del petróleo. Según estimaciones de la Dirección Sectorial de Energía del Ministerio de Ambiente (Minae) y la Refinadora Costarricense de Petróleo (Recope), el consumo nacional de derivados del petróleo importados continuará aumentando en las próximas décadas.
Por lo tanto, sin perjuicio del fortalecimiento de las energías renovables, es necesario que, mientras se da la transición hacia los sustitutos del petróleo, los ingresos fiscales provenientes de la producción de estos recursos naturales se queden en Costa Rica y no se transfieran al extranjero, a través de la importación de derivados del petróleo caros y extraídos en otros países, muchos de ellos con fracturación hidráulica ( fracking ). En Costa Rica, no se necesitaría fracking porque nuestro petróleo y gas natural son convencionales.
Decreto sin fundamento. La exploración de gas natural y petróleo ya está autorizada y regulada en la ley de hidrocarburos (N.° 7399). De acuerdo con estudios realizados, y con lo que el Colegio de Geólogos ha indicado en reiteradas ocasiones, Costa Rica tiene un gran potencial de gas natural y petróleo. Sin embargo, el presidente, Luis Guillermo Solís, promulgó el Decreto N.° 38.537 que declara la moratoria nacional para la explotación petrolera hasta el 2021, sin ningún sustento técnico ni científico.
Ningún país en el mundo aplica este tipo de normal legal, por lo que hacerlo en Costa Rica es un autoflagelo para nuestra economía porque beneficia a los países a los que compramos los derivados de petróleo que consumimos.
Combustibles limpios. Muchos argumentan, sin fundamento, que la producción nacional de gas natural y petróleo sería dañina para el ambiente porque, entre otras cosas, aumentaría las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, los estudios demuestran que esto no es cierto.
Las emisiones de Costa Rica representan únicamente un 0,02% de las emisiones mundiales, según The Emissions Gap Report 2012.
Las cantidades crecientes de derivados de petróleo que consumimos han sido exploradas, producidas y refinadas en otros países; por ello, la exploración de gas natural y petróleo en nuestro país no aumentaría las emisiones de gases de efecto invernadero porque estas son resultado de la cantidad de derivados de petróleo que se consuman, independientemente de dónde se produzcan.
Lo que sí aumenta las emisiones son las importaciones de derivados del petróleo, por vía marítima, desde Estados Unidos (un 99%), por el incremento en la capacidad y en el número de buques petroleros. Además, de acuerdo con estudios internacionales, los riesgos de derrames son mayores en el transporte por barco que si lo produjéramos en el país.
Doble discurso. Si la producción de gas natural y petróleo fuera tan dañina para el ambiente, como dicen, ningún país produciría, y, para ser consistentes, Costa Rica debiera entonces prohibir de inmediato las importaciones petroleras que realiza. Pero esto no se da porque hay un doble discurso.
Con la producción de gas natural y petróleo en nuestro país, tendríamos un mayor control sobre el proceso de exploración, producción y refinación del petróleo y sobre las estrictas normas internacionales que deberían cumplirse.
Debemos buscar nuevas soluciones a viejos problemas. Podemos aumentar significativamente los ingresos fiscales sin aprobar nuevos impuestos. La producción nacional de gas natural y petróleo, fortaleciendo simultáneamente las energías renovables, no solo eliminaría la importación de combustibles caros y las transferencias permanentes de recursos fiscales al exterior, sino que traería muchos beneficios adicionales para nuestra economía, como el mejoramiento de la situación fiscal, la generación de empleo, el aumento de la competitividad, el crecimiento económico y la reducción de la pobreza.
La autora es diputada del Movimiento libertario.