La noche del 2 de abril, el pueblo costarricense presenció una de las demostraciones más lamentables en la historia reciente de nuestro país. Al ser pasadas las 11 p. m., cuando el Tribunal de Elecciones Internas (TEI) del Partido Liberación Nacional (PLN) comunicó la decisión de suspender el conteo de votos hasta la siguiente mañana, cuando llevaban tan solo un 17% de los votos contabilizados, Antonio Álvarez Desanti, muy fuera de sí, emitió declaraciones a la prensa nacional, no insinuando, sino más bien manifestando expresamente que no permitiría un fraude en la convención del Partido.
El PLN nació a la vida precisamente para evitar un fraude electoral, lo cual pareciera que Alvarez Desanti olvidó por algunos minutos al calor del momento.
Los que tenemos la dicha de ser padres de familia y la enorme responsabilidad de educar a nuestros hijos, conforme van creciendo, vamos inculcando valores y enseñanzas en ellos, tales como frases que posiblemente hemos repetido numerosas veces como: a) debemos pensar antes de hablar; b) no siempre se gana; y c) debemos aprender tanto a perder como a ganar.
Cambio de opinión. La mañana siguiente a tan lamentables manifestaciones, Álvarez Desanti emitió declaraciones diciendo que una vez que los miembros del TEI explicaron a los delegados de su tendencia las razones del porqué se habían atrasado tanto en la divulgación de los resultados, entendía lo sucedido y ya no lo consideraba un “fraude”; sin embargo, sí consideraba deficitario el trabajo del Tribunal.
Nos lleva esto a la primera de las enseñanzas que mencioné anteriormente que les damos a nuestros hijos (pensar antes de hablar). El simple hecho de haber mencionado “fraude electoral” lesiona los principios sobre las cuales nace el partido al cual Álvarez Desanti desea liderar en las próximas elecciones nacionales.
No podemos retractarnos de lo que ya se dijo, simplemente podemos ofrecer disculpas (las cuales nunca se dieron) y esperar que sean aceptadas, pero muchas veces las heridas no pueden ser reparadas.
Las manifestaciones de Álvarez Desanti pusieron en entredicho la honra de los miembros del TEI del Partido. Emular actitudes como las que todo el país de forma estupefacta presenció en las últimas elecciones presidenciales de los Estados Unidos, cuando el entonces candidato Donald Trump manifestaba que si perdía era porque se había dado un fraude electoral, le hace un flaco favor a nuestra democracia.
Ecuanimidad. La persona que el pueblo costarricense desea que lidere el destino de nuestro país durante los próximos cuatro años es una persona serena, analítica y pensante que no se sale de sus casillas ante la adversidad y tampoco se exalta ante los triunfos.
¿Qué pasará en un posible gobierno del ahora candidato de Liberación Nacional cuando no se aprueben los proyectos propuestos por el Poder Ejecutivo en la Asamblea Legislativa? ¿Qué va a pasar cuando tengamos desacuerdos con nuestros países vecinos? Álvarez Desanti manifestó que “tal vez actuó un poco duro”, pero él está acostumbrado a luchar por las cosas en las que cree.
Las luchas se deben dar, pero hay formas de darlas y, definitivamente, el hoy candidato a la presidencia se equivocó.
Es aquí cuando debemos recordar las otras dos enseñanzas que mencioné anteriormente. En la vida siempre hay retrocesos, victorias y derrotas, pero si ante la mínima adversidad se cae en un estado de exaltación o desesperación, el resultado, sea cual sea (se gane o se pierda), siempre va a ser de derrota.
Si durante el proceso nos condujimos y nos expresamos de forma prudente, es mucho más sencillo tender los puentes para el futuro. Me parece que es el momento propicio para que nuestros líderes políticos reflexionen por el bien de nuestro país.
El autor es abogado.