Escribo este artículo por interés de cientos de personas de clase media que hicimos inversiones modestas de buena fe hace 35 años en un proyecto maderero de Cascajal de Coronado. Tengo información sobre los promotores financieros y técnicos que me reservo para un momento más oportuno. Por ahora, cuento el caso para que otros interesados lo recuerden y tomen las acciones que consideren pertinentes.
Las vicisitudes del proyecto son de interés público, pues intervino el Ministerio de Agricultura y Ganadería, junto con una empresa privada, a fin de promover el desarrollo regional y nacional mediante incentivos tributarios. Como proyecto de largo plazo de un tipo que requiere Costa Rica para impulsar el aprovechamiento de sus recursos naturales, convendría que el Gobierno evalúe sus resultados, buenos y malos, a fin de aprovecharlos para políticas similares en el futuro.
¿Qué pasó en Cascajal? Al escribir este artículo, pienso contribuir a responder precisamente a esa pregunta, con la participación de otros “inversionistas” y de funcionarios de los ministerios de Agricultura y Hacienda –específicamente, la Dirección General de Tributación– que manejaron el proyecto.
Al principio, los empleados de la empresa nos trataron muy bien: siempre estaban presentes en el lugar y, si no me falla la memoria, suministraban información sobre el proyecto, caballos para inspeccionar los lotes y hasta alimentos durante las visitas. Pero, poco a poco, mientras fuimos cancelando los costos, disminuyeron las atenciones hasta que no quedara nadie en el lugar. En parte, los mismos interesados tuvimos responsabilidad por ello al reducir nuestras visitas al proyecto y confiar totalmente en los supuestos administradores.
Inclusive, debo reconocer que se celebraron algunas reuniones para, según decían, organizar una cooperativa, pero no continuaron el esfuerzo y pronto dejaron de presentarse los empleados. Con el tiempo, algunos que fuimos cancelando el pago de los lotes, inclusive pagando el cultivo de árboles de jaúl, recibimos un título de propiedad, pero el lugar se fue “encharralando” hasta volverse inaccesible.
Pasaron los años y muy pocos mantuvimos interés en el proyecto. Recibíamos a veces unos informes, aparentemente poco serios, hasta que dejamos el asunto completamente a la espera de las ventas que ofrecían periódicamente los supuestos encargados del proyecto.
Sin rastro. Siguieron pasando los años hasta que perdimos casi totalmente la fe en el proyecto y nadie nos informaba sobre lo que estaba pasando. Estamos hablando de entre 25 y 35 años. Entonces, recientemente decidí hacer algunas averiguaciones sobre “mi inversión”, pero resulta que no hay rastro de ella.
Me pregunto cómo les habrá ido a los demás “inversionistas”. ¿Fueron más listos que yo y se deshicieron oportunamente de sus lotes?
En resumen, ¿qué pasó en Cascajal? ¿Qué información nos puede dar el Ministerio de Agricultura y Ganadería sobre el supuesto proyecto de desarrollo? ¿Ha evaluado sus resultados? ¿Qué beneficios obtuvieron los participantes, individualmente?
Además, ¿qué ventajas ha generado para la región, la municipalidad, la zona, las comunidades específicas y el país en general? ¿Es cierto o falso que, simplemente, se creó un mercado para grandes propietarios de tierras ociosas? El Ministerio tiene la palabra.