El gobierno venezolano se encuentra entrampado entre su incapacidad y su viveza. Cualquier gobierno del mundo, con la producción y los precios estratosféricos del petróleo, hubiese manejado la crisis de escasez de alimentos con mayor eficacia. Y es de elemental lógica electoral que los alimentos no pueden faltar cuando el pueblo va a las urnas.
Pero así está pasando. Este próximo domingo 6 de diciembre (6D) se eligen los 167 diputados de la Asamblea Nacional y las colas del pueblo buscando cualquier cosa, desde medicinas hasta comida, vaticinan la avalancha de votos con que el pueblo muy molesto castigará al gobierno.
Así lo dicen las encuestas, incluidas las que recibe directamente el presidente Maduro.
Las encuestas nacionales indican que los candidatos de la oposición duplicarán en votación a los del gobierno. Pero como es una elección de circuitos, este escenario no es el real. Para conocerlo hay que encuestar en cada circuito. Las encuestadoras que así lo han hecho indican que la oposición alcanzará o superará el número de 110 diputados. Esta cifra está muy cercana a los 111 diputados que le daría las tres quintas partes de los votos, lo que en la práctica sería cogobernar.
A sabiendas de esto, el gobierno ha hecho cuanto ha podido para mitigar la derrota. Vaya aquí un rápido ejemplo fácil de entender: para elegir un diputado en Delta Amacuro, zona tradicionalmente chavista de muy poca población, solamente hacen falta cincuenta mil votos. Para elegirlo en el estado Miranda, feudo antichavista y segundo en población, hacen falta doscientos cincuenta mil votos. Delta Amacuro elige 3 diputados y Miranda 12. Miranda tiene 14 veces más población que el Delta.
Estos comicios tienen la particularidad de ser en todo el país, por circuitos electorales, y con candidatos que serán elegidos directa o indirectamente en cada uno de ellos. Lo que hace que el interés por que los resultados sean los reales es mayor. Cada candidato es el doliente de su circuito.
Para hacer trampas el día de las elecciones, el gobierno ha tratado de mantener aislados colegios electorales donde la oposición no entra o le será muy difícil entrar. Por ejemplo, en zonas de guerrillas colombianas, en cuarteles de los colectivos armados chavistas, o en las casas comunales, financiadas por el gobierno. Allí podrán sumar votos a su antojo. Pero tienen dos problemas: el primero es que la oposición se ha organizado y estará presente en casi todos los centros de votación así sea muy arriesgado hacerlo, el segundo es que los que asistan a votar, aun en esos lugares, lo harán por la oposición en una proporción de siete a tres, de acuerdo con todas las encuestas de hace pocos días.
No tendrá la oposición que movilizar votantes, pero si tendrá que cuidar los votos. Tendrá que saber el resultado del proceso y hacerlo público antes de que el gobierno lo haga. No tiene otra opción porque el gobierno se juega el todo por el todo. Hasta se ha negado a permitir testigos internacionales. Los testigos serán los propios venezolanos, sin ayuda efectiva de nadie.
¿Qué opciones le quedan al gobierno? Pocas.
Puede tratar de forzar los resultados a su favor. Con resultados de menos de 10 puntos para el ganador, se pueden hacer trampas, pero con diferencias mayores les será muy difícil. Una diferencia de 20 puntos en un circuito se siente en la calle. La gente la percibe.
Otra opción sería soltar los demonios militares. El alzamiento de aquellos altos oficiales que ven desaparecer sus prebendas económicas. O que presientan serán castigados por los delitos de lesa humanidad que algunos han cometido, o por el descarado manejo de narcotráfico. Pero allí también estarán pendientes, y con poder de fuego, aquellos militares de menores grados que no se han salpicado, ni por el robo, ni por el narcotráfico, y que sufren en su carne y en la de sus familias el desabastecimiento, la inseguridad y la escasez de productos.
Por último, puede ser que el chavismo, por mantenerse en el poder, minimice de hecho esta derrota y pase a legislar a través de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo o por medio del poder comunal, totalmente controlado por ellos.
Pero hay un hecho cierto, la oposición venezolana, por primera vez, puntea sólidamente las encuestas y está preparada para cobrar.
La derrota del chavismo, en las elecciones presidenciales de Argentina, será seguida por la derrota del chavismo en Venezuela, en Bolivia. A esto seguirá el proceso del Congreso de Brasil contra la presidenta Dilma Rousseff. En Ecuador, Correa, el más inteligente del grupo, ya advirtió, como si presintiera la debacle, que no se reelegiría. Y Raúl yace en los brazos del imperio.
Esperemos que esta pesadilla tenga un final feliz, porque si los resultados de las elecciones de este domingo 6D no son respetados, días muy negros le esperan a Venezuela.
[©FIRMAS PRESS]
El autor es analista político y consultor electoral internacional.