Nuestro país se ha caracterizado por ser un crisol multicultural, multiétnico y de gran diversidad de opiniones políticas que coexisten en relativa armonía.
Tenemos una de las democracias más antiguas de América Latina, y no hemos sufrido conflictos armados desde hace más de 60 años.
Es una pena que aun en estas condiciones, existan bloques cuya intención pareciera ser acabar con nuestro prestigio, así como con nuestra tradición de respeto de los derechos humanos y aspiración al progreso en todas las lides.
Pasamos una vergüenza internacional cuando los grupos religiosos politizados del país nos mantuvieron junto a Arabia Saudita como las únicas dos naciones del mundo que prohibían la fecundación in vitro (FIV).
Hace unos días, un diputado cristiano tuvo el descaro de comparar a nuestro país con la Alemania nazi, por acatar las resoluciones de la Corte IDH y garantizarle derechos reproductivos a la población mediante el decreto firmado por el presidente de la República.
Nos trata también de fascistas a los costarricenses que creemos en el progreso, en los derechos humanos, mientras, según mi criterio, en su gestión se les niegan a personas infértiles, a parejas del mismo sexo y a muchos otros más.
¿Se darán cuenta de que el único acto fascista aquí perpetrado es la oposición férrea al progreso para satisfacer dogmas religiosos? ¿Esperan los señores religiosos (digo señores, porque sus partidos no tienen diputadas) tener al país viviendo una sharía criolla?
¿Desde cuando un grupo de personas ignorantes en materia de salud pueden insultarnos a los costarricenses y sabotear el desarrollo imponiendo sus dogmas sobre la razón?
Los países alcanzan el desarrollo en la medida en que las decisiones importantes las toman personas con preparación adecuada en el área requerida porque pueden opinar con propiedad sobre los asuntos de su especialidad.
Las ocurrencias y las concepciones religiosas metidas en política no hacen más que promover el subdesarrollo.
Con respecto al argumento esgrimido sobre el empleo de la FIV y la quiebra de la Caja, debo señalar que a la Caja no la quiebran procedimientos, sino evasores, despilfarradores y saqueadores.
La institución no valora los procedimientos según el costo económico, sino según la necesidad que exista de ellos.
Si fuera el costo económico de una operación lo único que definiera si la Caja la hace o no, no se practicarían en el país trasplantes de hígado, corazón, pulmón o riñones.
Régimen seguro. Con respecto a la inquietud que tenían algunas personas, referente a la posibilidad de que ingresaran hordas de extranjeros a someterse al proceso en el país, les recuerdo que en el resto del mundo (excepto Arabia Saudita) la FIV es legal, y más bien son los costarricenses los que van frecuentemente a otros países a practicársela.
Con la FIV aprobada, no hay ningún tipo de obligación a nadie para que recurra a ella. La aprobación de una técnica reproductiva, o de control de natalidad, no obliga absolutamente a nadie a practicarla.
Si dentro de la fe de algunas personas no cabe la posibilidad de efectuar un procedimiento como el que aquí se defiende, es perfectamente comprensible que se abstengan de recurrir a él, y están en todo su derecho.
Pero es totalmente inadmisible que, amparada a su fe, dicha gente les niegue la posibilidad a otros que sí desean el procedimiento.
Para que una sociedad funcione bien, las personas que la conforman deben comprender que el objetivo máximo es la búsqueda de su felicidad y la de sus pares, por lo tanto, cualquier postura orientada a limitar dicho objetivo, debe rechazarse.
La oposición al progreso es uno de los mayores cánceres que sufre la humanidad, y es triste ver cómo aún en el siglo XXI surgen nuevas inquisiciones, enemigas del avance humano y científico, que quieren devolvernos a un periodo semejante al de la Edad Media, cuando la fe se imponía a la razón.
Pongámonos serios o estos bloques lograrán devolvernos al oscurantismo.
La ignorancia, el dogmatismo y las ocurrencias en la toma de decisiones trascendentales deben ser exorcizadas.
César Castro A. es estudiante universitario.