La rebeldía es un pozo difícil de ubicar en el terreno de los deseos humanos. Pareciera que se encuentra en una vitrina muy bien iluminada y puede ser adquirida y hasta comprada por cualquiera. Cuanto más jóvenes seamos, más creemos que es un ropaje fácil de llevar.
Creemos que con solo tener la fuerza y las ganas seremos buenos portadores de su gestión. Y sí, es cierto, se necesita de ganas, de pasión y de fortaleza para ser rebeldes. Rebeldes con causa decían antes.
Ahora sabemos que la causa es parte inherente de la rebeldía. No hay rebeldía sin causa porque entonces perdería su maniobrar y su propio dínamo y acción. Al rebelarnos adoptamos una posición ante los hechos sociales.
Lo que muchos no sabemos es que anteriormente ya se ha revelado en nuestra mente la pregunta que lleva la propuesta nueva.
La hemos visto como se ve la imagen del cine en la conciencia, y esta visión revelada es la que nos empuja a tomar acciones distintas en el mundo de las cosas materiales. Acciones, decisiones, propuestas, son los resultados de esta causa y efecto.
Lo que es y no es. Rebelarse no es salir desnudo a la calle o muy vestido o con extrañas señas en el cuerpo. La rebelión se da antes de que pase todo esto. Se da en un pozo donde nacen las imágenes de nuestros pensamientos como un gran y oculto ojo de agua que lubrica la conciencia.
La rebeldía no es un solo y único acto, sino una posición ante el mundo, que únicamente se consigue cuando el pozo se mantiene abierto y creativo. Seguir siendo rebeldes es el resultado de haber tomando del agua de los deseos mientras se atraviesa el desierto de los sentidos. Poca satisfacción hedonista y mucha satisfacción sublimada. ¿Poética y utopía antes que praxis y tecné? La medida de la rebeldía es la misma de los pensamientos que la motivan. Dime qué pensamientos tienes y te diré cuánto durarás siendo rebelde.
El origen de la palabra rebelde apunta a enfrentarse con la autoridad. Lo bélico del rebelde es la acción que precede a la idea. Una idea diferente a la socialmente autorizada.
Así que no toda rebeldía es negativa y no toda autoridad es positiva. El movimiento humano danza en la historia de las rebeldías con el tambor de los vencedores como guía del ritmo. Pero ay de los rebeldes que no se detienen a mirar el pozo de sus deseos con la racionalidad que aporta una conciencia abierta. Verán gestionar sus afanes por sus limitaciones y celos y estos siempre movilizan al odio y a la temporalidad de los temperamentos y no a los ideales.
Tampoco la felicidad se adquiere en una vitrina, en un taller o curso. Nada se adquiere de buenas a primeras como una suscripción a Netflix.
Resultado. La rebeldía es también un estado. Es el resultado de la reflexión y la autogestión actuando sobre el territorio vital.
La rebeldía es densa, robusta y estable en su permanente irrigación de la realidad. La rebeldía moldea el estilo, la palabra que nombra y el camino del que la habita. Produce empatía y creatividad, quema grasa y transforma el sueño en vigilia.
La rebeldía disminuye el consumo y genera sinapsis neuronal. Corrige modelos y vacíos en lugar de crearlos.
Si no cumple con este perfil que narro, estimados lectores y estimadas lectoras, pues no es rebeldía. Porque la rebeldía crea pensamiento y, por lo tanto, personas más personas en su épica y destino.
La autora es escritora.