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‘¿Dónde está la naricita?’

Estamos ontológicamente disgregados, incapaces de una visión integradora de nuestro ser

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Hay personas que invierten fortunas exosféricas en el constante, obsesivo cincelamiento de sus rostros y sus cuerpos. Aunque ninguna de ellas me paga por prodigarle mis servicios psiquiátricos, es con la mejor voluntad del mundo que arriesgaré un diagnóstico: trastorno dismórfico corporal, o dismorfofobia, una patología de tipo obsesivo-compulsivo, comórbida de la depresión, en la cual la persona no está nunca contenta con su propia imagen. No cesa de perfeccionarse, juzgando que siempre hay un defecto físico que urge subsanar.








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