Parece que algunos, de palabra y de hecho, quieren colocar una candela de dinamita con la mecha encendida en cada institución familiar para así resolver el problema de algún odio social. Unos resuelven sus problemas con el ajusticiamiento; otros, por medio del aislamiento, generando dudas que se extienden a las instituciones nacionales sólidamente constituidas.
En el fondo, es un ataque cultural. El eurocomunista Gramci lo esbozó así: las naciones caerán cuando se destruya la familia. Pero antes de entrar en este tema, hay que mirar y enfrentar el incremento de la corrupción empresarial, que ha traído a nuestro continente el mal de corrupción generado por empresas brasileñas. Vemos con profunda preocupación cómo estas industrias han destruido la honestidad y hundido instituciones, gobiernos, empresas y personas de varias naciones de América Latina y el Caribe.
Pero nada se logra con la desesperanza y el pesimismo. Hoy, estamos en la hora de la reconstrucción y de volver a colocar en su sitio, con solidez, los valores y las virtudes nacionales en esta campaña política. Si no lo hacen los partidos, lo haremos los ciudadanos.
Juega de nuevo. Ahora se trata de tejer de nuevo nuestras bases de responsabilidad y ética social. Cuando la droga viola la puerta de nuestros hogares, escuelas y barrios, es necesario poner en marcha nuestro ejército silencioso, y a veces poco participativo, pero de grandísimo valor: los padres y madres de familia o encargados de jóvenes en dificultades.
Para ello, sugiero, entre otras ideas, la siguiente posible estrategia. Todo es opinable, pero hay que poner las acciones en marcha.
Primera propuesta: padres y madres de familia a la acción. Es urgente convocar a los padres de cada escuela y de cada distrito, de manera que participen activamente en el proceso de reconstrucción de valores en sus hijos y parientes. Lo pequeño, modesto y constante modifica la sociedad y la mejora.
Segunda propuesta: ¿Y cuáles valores? El escritor, filósofo e intelectual colombiano Dr. Jorge Yarce, quien conoce muy bien nuestro país, de manera práctica los resumía en su libro ¿Cuáles son tus valores?: alegría, amistad, amor, austeridad, autonomía, autoridad, carácter, coherencia, compromiso, comunicación, confianza, constancia, creatividad, ejemplaridad, esperanza, excelencia, fortaleza, generosidad, honestidad, humildad, justicia, laboriosidad, lealtad, libertad, liderazgo, optimismo, orden, participación, proactividad, prudencia, respeto, responsabilidad, sencillez, servicio, sinceridad, solidaridad, tolerancia, trabajo en equipo, transparencia y visión.
Nuevo entendimiento. No basta con esperar llamados del Ministerio de Educación Pública. Hoy son los mismos padres de familia, los vecinos líderes, quienes tienen un inmenso potencial para difundir estos valores, con visión nueva, que requiere acción e iniciativa inmediata con el apoyo pedagógico para ponerlos en vigor.
Cada escuela es una centro de valores, cada familia puede potenciarlos generando virtudes y valores. Lo importante en esta batalla es cómo promover estas virtudes y valores.
Se trata no de entrar en enfrentamientos innecesarios, sino en lograr poner en marcha el interés mutuo en la cultura del diálogo, del entendimiento mutuo con la capacidad de iniciativa que cada comunidad puede generar. Reconstruir los valores patrios gota a gota antes de que se sigan perdiendo.
Multiplicar. La conversación, la tertulia para la explicación de los valores y las virtudes básicos son fundamentales. Aquí se trata de hilar el fino engranaje de los objetivos nacionales. Todo lo que es Costa Rica, y no podemos perder.
Nuestro país necesita recuperar el hecho de que todo valor vale, es respetado y conduce al buen entendimiento de la sociedad. Es uno de los primeros peldaños de la paz.
El autor es diplomático.