El movimiento cooperativo sufre hoy las consecuencias de haber entronizado, de haber empoderado, por años, a los mismos dirigentes.
Esa falta de renovación en los cuadros favoreció la creación de una “red criminal” –como la califica la Fiscalía–, que abusó del dinero público.
La responsabilidad del escándalo de Infocoop recae, entonces, en los cooperativistas que han dado poder a los mismos de siempre.
La investigación de la Fiscalía lo confirma. “Durante tantos años que estuvieron en diferentes puestos de poder, conformaron esta organización, de manera que tenían un grupo afín, llegando incluso a manipular los nombramientos en instituciones claves como Infocoop y Coonacop. Eso les permitió tener influencia para acceder a créditos que en otras circunstancias hubiera sido difícil que se les concedieran”, advirtió la fiscala Berenice Smith.
Este diario ha divulgado, con profundidad, cuánto poder tiene quien domine en el Instituto Nacional de Fomento Cooperativo, que, insisto, vive con dinero público.
Los recursos provienen, principalmente, del giro obligatorio que deben hacer, de sus utilidades, los bancos estatales. Solo este año, le cederán unos ¢12.700 millones.
El 27 de febrero, La Nación reveló que “Infocoop reparte festín de créditos con tasas ridículas a cooperativas”. Una, por ejemplo, recibió ¢2.875 millones a una tasa de interés del 2% anual, a 35 años plazo y con cinco años de gracia. Un regalazo. Y, aun así, la morosidad es galopante.
El Instituto tiene prestados ¢113.000 millones y, de ellos, el 22% con tasas de un 2% a un 6%. Así cualquier prestamista quebraría y más si la los deudores no pagan.
“Se estima que las pérdidas para el Infocoop ascenderían a los ¢9.000 millones”, informó la fiscala Smith al justificar la investigación.
Por manejar dinero público, por favorecerse de dinero público, el movimiento cooperativo está obligado, después de este escándalo, a barrer esas caras de siempre que crean desconfianza. El gobierno, que pone y quita fichas allí, también debe dar el primer paso para adecentar el Infocoop y plantear un sistema transparente, profesional, para elegir a los que gobiernan ese instituto.
El autor es jefe de redacción en La Nación.