El sindicalismo del ICE pretende otra vez engañarnos como lo hizo durante la batalla para la apertura de las telecomunicaciones, pero esta vez con el cuento de que no estamos ante la urgente necesidad de una contingencia en el sector eléctrico y que, por lo tanto, no deberíamos abocarnos a legislar en pro de un marco que estimule y garantice la fuerte inversión que se requiere en el futuro, más que todo en nueva y suficiente generación eléctrica. Para demostrar la falsedad de su enfoque con un trasfondo político oportunista, permítanme aportar los siguientes datos:
Consultando las cifras de producción eléctrica que publica la Aresep, sabemos que esta se incrementó en un 4% del 2009 al 2010, pasando de 9,1 teravatios hora a 9,5 TWhora, un incremento de 400 gigavatios hora anuales, o el equivalente a 1,1 GWh diarios.
Solo para producir ese incremento en energía se requiere una planta con 46 Megavatios de potencia produciendo 24 horas al día, o una de 92 Megavatios al 50% del tiempo de uso, como es el caso de las hidroeléctricas en el país. El crecimiento de la producción entre el 2010 y el 2011 bien podría ser de mas de 400 Gigavatios hora de acuerdo a las proyecciones en base a un despacho promedio diario de 27,5 a 28,0 GWhora reportados durante los últimos tres meses por el Cence del ICE.
De acuerdo a noticias recientes, también sabemos que el costo de una planta hidroeléctrica como la de PIRRIS con 135 Megavatios de potencia alcanzo los US$ 600 millones, o el equivalente a US $ 4,4 millones por megavatio de potencia. Una planta Geotérmica como la de PAILAS tuvo un costo muy superior y del orden de los US$ 6,4 millones por megavatio de potencia.
El proyecto hidroeléctrico Diquís ha sido estimado a la fecha en US$ 3,6 millones por MW. La Aresep ha considerado en $3 millones por MW la inversión requerida para las plantas hidroeléctricas de filo de agua que se les permitirá construir a los generadores privados.
De manera que, si tomamos como promedio de inversión el monto de $ 4 millones por megavatio de potencia de una planta hidroeléctrica de filo de agua o de embalse, es necesario invertir $4M x 92 MW > US $ 368 millones al año, o el equivalente a un millón de dólares por día, solo para suplir la energía de los 400 gigavatios hora adicionales, equivalentes al crecimiento de la demanda anual para el 2011.
Si el país se inclina por exigencias ambientales hacia el uso de otras tecnologías de producción eléctrica más verdes como la solar, la geotermia o la eólica, el monto de la inversión podría llegar a ser el doble, o sea de dos millones de dólares diarios, y solamente para hacerle frente al crecimiento actual de la demanda.
La problemática en torno al monto de inversiones se puede complicar por dos factores. El primero, de corto plazo, debido al crecimiento del 9% anual en edificaciones y del 13% anual en empleo para el sector servicios, lo cual impulsará la demanda eléctrica comercial también a seguir creciendo a tasas superiores al 9% anual, como lo ha venido haciendo durante la última década.
La facturación de electricidad a tarifa comercial mensual ha pasado en solo los cinco primeros meses del 2011 de los 225 GWhora a los 245 GWhora, es decir que está creciendo a un 22% anual.
Esa energía extra es la que ha permitido sostener el crecimiento del empleo en el sector servicios, supliendo las exigencias de climatización, iluminación y fuerza motriz que se requieren en esas modernas edificaciones, muy reconocibles en el circuito Sabana, Escazú, Santa Ana, Lindora, San Antonio Belén, Cariari, Cenada, Virilla.
Solamente en el primer semestre del año, la afiliación de nuevos empleados a la CCSS provenientes de los sectores de la construcción y de servicios a otras empresas (como son los centros de llamadas, desarrolladoras de software , centros contables y jurídicos, etc.) creció en 34.320 de acuerdo al último reporte del IMAE.
El otro factor que podría incrementar la demanda eléctrica a una mayor tasa pero a mediano plazo es el de la futura sustitución del combustible fósil por electricidad en la flota de automóviles que tendremos que importar durante el próximo lustro o década.
Desgraciadamente, mientras no haya consenso político casi total en torno a la urgencia de una ley eléctrica, ya sea de contingencia para proteger a las inversiones del ICE en monopsonio y con respaldo del Estado, o una general aperturista para garantizar las inversiones privadas sin respaldo del Estado, estaremos acumulando un retraso en inversiones urgentes del orden de más de un millón de dólares diarios, fondos que serán imprescindibles para garantizar la energía eléctrica que ya están requiriendo los edificios que alojan a los empleos mejor pagados a que tienen derecho en su trabajo diario las nuevas generaciones.