La Seguridad Pública es, sin lugar a dudas, de suma importancia para la ciudadanía, y es a menudo asunto de discusión política. En no pocas oportunidades, es un tema para criticar la labor de los funcionarios públicos responsables de ese servicio.
Como exministro de Seguridad Pública y Gobernación, me siento moralmente obligado a hacer las siguientes reflexiones para que la ciudadanía en general sepa la verdad de las cosas, y en lugar de criticar a los responsables les reconozca una labor, según mi criterio, casi milagrosa.
Cuando yo dejé los ministerios en 1980, tenía bajo mi mando, en distintos cuerpos policiales y de seguridad, aproximadamente 14.000 oficiales. La población de Costa Rica en ese momento era de 2.348.000 habitantes. Hoy, la población se duplicó a 4.757.000 habitantes, sin contar los migrantes extranjeros.
La totalidad de la Fuerza Pública, incluidos todos los cuerpos policiales, escasamente supera la cantidad de 17.000 oficiales si siempre estuviesen llenas y en funciones todas las plazas presupuestarias.
La más elemental lógica indica que, en el peor de los casos, la Fuerza Pública debería tener al menos 28.000 oficiales. En otras palabras, existe un déficit real de prácticamente 11.000 policías.
El actual ministro de Seguridad y sus últimos antecesores han hecho milagros para darnos la seguridad que tenemos con sus limitados recursos.
Recursos insuficientes. Si el faltante de policías no fuese por si solo suficiente, tenemos, además, que el Ministerio no cuenta con los recursos materiales necesarios. Su presupuesto no ha crecido en la proporción que debiera y los diputados deberían dejar diferencias aparte y darle a Seguridad Pública lo que necesita.
Es también indispensable aumentar el salario de los policías. Cuando yo era ministro, un policía ganaba el 25% del salario del jerarca y hoy escasamente recibe poco más del 10%. En el peor de los casos, debería hacerse un ajuste salarial.
Todos queremos andar seguros por las calles. A mucha gente no le gusta la seguridad privada, pero si no fuese por ella y por los milagros que hacen los responsables de la seguridad, la situación nacional debería ser muchísimo peor que la que existe.
Mi solidaridad, apoyo y reconocimiento a las autoridades de Seguridad Pública, a los oficiales y a todos los miembros de la Fuerza Pública.
El autor es exministro de Seguridad Pública y Gobernación.