Como a toda Costa Rica, la felicidad me desborda ante los logros de Andrey Amador.
Cada vez que el nombre de Costa Rica se asocia a escala mundial con lo positivo, el país gana. No importa si se trata de triunfos en el deporte, de un premio nobel de la paz, de un astronauta viajando al espacio, de un científico desarrollando sueros antiofídicos: los logros de pocos nos benefician a todos.
Primero, porque esas personas sirven de ejemplo a la juventud para que siempre busque la excelencia. La suma de habitantes buscando la excelencia ayuda al desarrollo futuro del país.
Segundo, porque se intensifica el interés por Costa Rica de parte de intelectuales, políticos, empresas, turistas, etc., lo cual beneficia nuestro peso en las decisiones globales y nuestra economía (el empleo, las exportaciones, los ingresos tributarios).
Así que de cada gota de sudor en sus entrenamientos, de cada dolor de pantorrilla, de cada pedaleo por las cuestas de los caminos que suben a nuestras montañas, de cada madrugada para montarse en su bicicleta, de cada día alejado de su familia, Andrey Amador extrae victorias deportivas y Costa Rica extrae desarrollo y prestigio.
Los que estamos en política afirmamos –explícita o implícitamente– que lo hacemos por ayudar a Costa Rica. Pero un Andrey Amador, sin declaraciones pomposas pero con un enorme esfuerzo físico y mental, hace más por el país que la mayoría de nosotros. Que nos sirva de ejemplo para ser más eficaces en ayudar al país.
¡Muchas gracias, Andrey Amador! ¡Atenta Costa Rica; sigamos sus pasos!
El autor es diputado del PAC.