La mejor herencia que dejó a los costarricenses el último gobierno de Óscar Arias fue el haber aprobado el TLC y haber terminado con el monopolio de los seguros y las telecomunicaciones. La apertura en el mercado de los seguros ha resultado todo un éxito no solo para el consumidor, que ahora cuenta con la opción de escoger entre una gran gama de productos que ofrecen 12 empresas, sino también para el INS, que gracias a una excelente gestión refleja utilidades anuales que superan los $150 millones, un 38% más que en el 2011. Las primas que se pagaban por algunos de los seguros en épocas del monopolio bajaron hasta en un 50% cuando ingresó la competencia.
Situación del ICE. En el ICE la situación ha sido más complicada, ya que en el 2011 reportó pérdidas por ¢22.855 millones; sin embargo, en el 2012 se repuso de ese golpe financiero y logró ganancias por ¢18.729 millones. Según un reportaje de El Financiero, del pasado mes de abril, este cambio positivo en las finanzas se debió en parte a un incremento del 3,3% en los ingresos por servicios de telefonía celular y a una disminución en los gastos de operación de un 9%. No cabe duda de que el usuario ha sido el gran beneficiado con la apertura, ya que la penetración de la telefonía y la calidad y agilidad del servicio que se ofrece eran inimaginables antes del TLC. Hoy en día se consiguen teléfonos de última tecnología sin necesidad de largas filas ni listas de espera, y, lo más importante, sin aumentos tarifarios, como muchos detractores vaticinaban.
Monopolio de Recope. La peor herencia que nos dejó el último gobierno de Óscar Arias fue el no haber aprovechado la coyuntura para haber terminado con el monopolio de los hidrocarburos. No hay quien se beneficie, con excepción de sus 1.600 empleados, del monopolio de Recope. Comparado con Centroamérica, donde si hay competencia en el sector, Costa Rica es el país que tiene la gasolina más cara. En Panamá es un 20% más barata.
En un reportaje de La Nación , de este mes de julio, queda en evidencia que, desde hace 13 años, los combustibles que resultan del refinado no son rentables ni cumplen en calidad, y desde hace dos años, luego de un incendio, se decidió parar por completo la operación de la refinería de Recope. Desde entonces hay 350 empleados que trabajan directamente en una refinería que no refina. En palabras de Guillermo Rodríguez, de la Agencia para el Desarrollo de Limón, “Hoy solo se importa y Recope tiene una gran cantidad de trabajadores que no están haciendo nada y con un costo fijo muy alto”. Cabe destacar que el costo anual de la planilla de 1.600 empleados de Recope asciende a ¢42.000 millones, cifra que representa un 46% de los gastos totales.
Inviable e impopular. El negocio conjunto con los chinos para montar una refinería moderna que permitiera abastecer el consumo nacional resultó ser totalmente inviable e impopular, y pretender modernizar la planta actual, que data de hace 50 años, no es rentable. Ante este panorama, la presidenta y el ministro del Ambiente deben proceder a cerrar la refinería, desmantelarla, promover un programa de movilidad laboral, e impulsar un proyecto de ley para romper el monopolio de la importación y distribución al mayoreo de petróleo crudo y sus derivados.
Al Gobierno chino se le debe explicar que el proyecto de la refinería no se puede llevar a cabo, y, como alternativa, les debemos solicitar apoyo y ayuda para construir un tren eléctrico interoceánico de pasajeros y carga.
Como ya se tiene el derecho de vía y no se requiere pasar por el engorroso trámite de las expropiaciones, dicha obra se podría hacer sin contratiempos, disminuiría de una forma importante el tráfico de buses y furgones, y los accidentes de tránsito en carretera, bajaría el consumo de combustibles, disminuiría la contaminación ambiental y seriamos consecuentes con el objetivo de tener un país más verde y ecológico.
Esta sería la mejor herencia que nos podría dejar este Gobierno.