En la celebración del Día Internacional de la Juventud, es común escuchar la frase de Chafar: “Debemos ver a los jóvenes, no como botellas vacías que hay que llenar, sino como velas que hay que encender”. Allí radica el error en la concepción profunda que se tiene acerca de esta parte de la sociedad. La educación sexual, el manejo de la violencia en las aulas, los embarazos en la adolescencia son problemas que no se han sabido enfrentar debido a que se piensa que lo adecuado es atiborrar sus cabezas con conocimiento de métodos de prevención y de control de la ira.
El causante de esta situación va más allá de lo que podemos observar, radica en la percepción que tiene la juventud acerca de lo que es normal y cotidiano. Zygmunt Bauman plantea en su libro Tiempos líquidos (2007), que vivimos en una época de indecisión, en la que aquellas organizaciones y paradigmas que regían un modo de vida sólido y firme en el pasado, ahora, se ven sometidas a un sinnúmero de críticas y análisis desde diversos puntos de vista y no persisten para que modelen la conducta humana.
La globalización ha instaurado una revolución científica y cultural, que nos acerca a la realidad de lugares lejanos, permite la unificación de los mercados y nos da acceso a grandes cantidades de información. Los jóvenes somos más ágiles en el uso de la tecnología e internet, recursos que son aprovechados por la industria de la violencia y el sexo que se venden como entretenimiento para generar ganancias. Al impulsar las libertades individuales, se ha visto socavado el sentido de pertenencia a una estructura social, la satisfacción se obtiene por riquezas materiales y no, siendo consecuentes con los ideales, las luchas y utopías sociales.
Vital aporte. Ciertamente, se requiere una intensa transformación social. La unidad en la familia y la sociedad, así como una educación con verdadero enfoque científico-social son mejores alternativas que el diálogo sin toma de decisiones. Por ello, es vital el aporte de las universidades públicas pues desde su creación han sido entes que han propiciado la movilidad de las clases bajas, poseen programas para mejorar la calidad de vida de toda la población y han sido protagonistas de las más grandes luchas sociales en nuestro país.
Un presupuesto suficiente, cuya lucha ha causado discusión, es más que una cierta cantidad de dinero; es un medio para combatir en aulas y comunidades la pobreza y la ignorancia que son a su vez causas de la inseguridad ciudadana, que según los costarricenses es el principal reto.
Recientemente, se están tomando decisiones que repercutirán en el futuro de los jóvenes y, por ende, en la Costa Rica del porvenir. Así como la medicina no debe combatir únicamente el dolor, sino también la enfermedad, la sociedad debe erradicar estos problemas no solo por sus hechos, sino también por sus causas, y darles la importancia que merecen a aquellos que propongan una solución para ello.