Hablar de lo mental en la salud y no de salud mental, más que un intercambio de palabras, representa un cambio de paradigma, que muchos profesionales han empezado a utilizar para destacar el hecho de que la esfera mental no es solo una serie de problemas que se identifican, sino que forma parte de un abordaje integral de la salud.
Es similar a cuando se habla de adolescente embarazada y no embarazada adolescente, ya que lo primero destaca el hecho de que se trata de una persona que no ha completado su proceso adolescente, y esto debe retomarse en toda intervención y no solo limitarse a su papel de madre, importante, pero desde la integralidad no lo es todo.
En tiempos modernos, muchos problemas de salud son “morbilidad social”, esto es que su origen, manifestaciones y abordaje requieren tomar en cuenta el entorno de las personas que los padecen. Ejemplos de esto son la violencia en todas sus formas: suicidios, homicidios, accidentes de tránsito y abuso sexual, físico, psicológico y patrimonial.
Forman también parte de este espectro la depresión, los trastornos de ansiedad y de conducta, drogadicción, trastornos alimentarios, adolescentes embarazadas, madres, niños, adolescentes y ancianos en la calle, entre otros.
Se suman a esta morbilidad social las enfermedades crónicas y las relacionadas con estilos de vida, que tienen en común que las acciones que se implementen, para que tengan impacto, deben considerar la atención e incorporación del individuo enfermo y necesariamente su familia inmediata.
Millones enfermos. La Organización Mundial de la Salud (OMS), en su 65.ª Asamblea Mundial, mostró su preocupación debido a que millones de personas en el mundo entero padecen trastornos mentales, y cuando solo se toma en cuenta el componente de discapacidad al calcular la carga de morbilidad, los trastornos mentales representan el 25,3 % y el 33,5 % de los años perdidos por discapacidad en los países de ingresos bajos y de ingresos medios, respectivamente.
Para dar respuesta a esta problemática, el enfoque exclusivamente biomédico es necesario, pero insuficiente, y solo un abordaje interdisciplinario con acción intersectorial, puede dar las respuestas necesarias.
Cuando se plantea esta situación y se ven las previsiones que ha tomado la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) para atender esta demanda y problema creciente, no queda más que sorprenderse por la falta de visión de quienes han dirigido la institución.
Si bien existe un número significativo (pero todavía insuficiente) de médicos para integrarse a equipos de atención y prevención, con solo 260 psicólogos, 100 psiquiatras, 356 trabajadores sociales (cifras de la CCSS) y un número ínfimo de sociólogos, antropólogos y terapistas de familia, no puede darse respuesta a la demanda que existe.
Prioridades. Integrar equipos de atención y prevención interdisciplinarios, en todas las regiones del país, con los recursos humanos adecuados, debería ser una prioridad. Hacer lo contrario, es continuar encareciendo los servicios, porque la población no va a encontrar respuestas a sus necesidades y continuará demandando atención; todo dentro de un círculo perverso. No solo más especialistas médicos y más tecnología es lo que necesitan los asegurados, cuando se trata de dar respuesta a una problemática biopsicosocial compleja, que llega a los servicios de salud.
Evidentemente, no es solo la deficiente atención de la CCSS la principal responsable de este panorama que muy bien define la OMS. Se relaciona directamente con el deterioro de la calidad de vida, en donde otros servicios básicos también se han afectado (educación, seguridad); en donde la desigualdad continua acentuándose; el desempleo es el fantasma que se ciñe particularmente sobre los jóvenes y el medioambiente es amenazado cada vez más.
En esta coyuntura, son la CCSS y el Patronato Nacional de la Infancia, probablemente, las principales instituciones que están recibiendo el impacto de todos estos cambios y las necesitadas de dar nuevas respuestas a estos retos, con los modelos y recursos adecuados. Los datos de que el 45 % de los pobres son niños, niñas y adolescentes, no contradicen esta percepción.
¿Tendrán los que añoran el poder y nos van a dirigir en los próximos años la sensibilidad y el conocimiento para enfrentar estos desafíos?
El autor es pediatra.