“A garrotazos cegaron a esta gatita”, “Pinto quedó ciego luego de ser rociado con ácido de batería”, “No fue solo una patada, gato fue “blanco” de jóvenes”, estos son solo tres títulos de los que llenan los medios informativos, en contraste con la actuación del Primer Poder de la República, que no resuelve una cuestión tan importante, que más allá del bienestar animal es un asunto de seguridad social.
Para revelar la relación entre el maltrato animal y la seguridad social, basta con mencionar que una serie de estudios internacionales han relacionado a las personas capaces de hacer sufrir a un animal con los asesinos en serie.
Al respecto, indica el doctor humanitario Albert Schweitzer que “los actos violentos hacia los animales han demostrado no ser únicamente reflejo de una psicopatía exclusiva hacia los animales. Cualquiera que esté acostumbrado a menospreciar la vida de otro ser viviente está en peligro de menospreciar también la vida humana”.
Asimismo, Robert Ressler, desarrollador de perfiles de asesinos en serie para el FBI, concluye que “un asesino comienza matando y torturando animales cuando es menor de edad”. Para el FBI el maltrato a los animales es característica común de violadores y asesinos y los procedimientos de diagnóstico psiquiátrico enlistan esta práctica dentro de los desórdenes de la conducta.
Conducta reprochable. Así, el riesgo de que nuestra sociedad se corrompa cada vez más está presente si permitimos que esta práctica abominable se transforme en algo naturalmente visto por nuestros niños y jóvenes. Los hechos sucedidos no solo involucran a adultos, sino también a estos.
Ello hace urgente la reforma al Código Penal que ha sido discutida sin llegar a un consenso; no es justificante la priorización de los asuntos sociales para conocer y negociar unas leyes y dejar de lado esta tan importante para el fortalecimiento de la educación y sensibilización social.
La reforma legislativa permitiría que a corto plazo se sancione a quienes maltraten a los animales, que debe incluirse también en la Ley Penal Juvenil.
Además, urge establecer una educación adecuada desde los centros infantiles, que utilicen técnicas para enseñar a los niños a respetar a los animales y que establezcan métodos para detectar toda forma de violencia.
Al evitar o castigar la crueldad contra los animales se estaría, en muchos casos, evitando la ulterior violencia contra seres humanos.
No es solo reformar el Código Penal, crear una nueva ley o mejorar la existente, se trata de que el Estado intervenga más participativamente, detecte casos, desarrolle programas, establezca métodos, sancione a quienes incumplan y eduque, porque la educación no se da solo en los centros de estudio, sino en los hogares, en la publicidad, en la sanción, que hace que potenciales agresores desistan de cometer el mismo acto.
Norma aplicable. No se ha tomado un acuerdo por falta de negociación política, por haberse cometido errores dentro de un proyecto de ley que requiere urgentemente su reajuste y aprobación; urgen ideas nuevas, sin caer en la creación de una ley o una reforma ilógica que no permita la aplicación de la norma.
Se requiere la penalización de todos aquellos actos que inflijan sufrimiento a los animales, actos que minimizan la capacidad del ser humano de convivir con otras especies. También se debe castigar la tenencia irresponsable de los animales y el abandono. Cualquiera que sea la especie se le debe dar condiciones mínimas de calidad de vida.
No se puede contradecir la razón, que instaura el respeto a todas las formas de vida y nos forma como seres sociales.
Es ilógico que sea necesario reforzar las normas para que las personas respeten la vida e integridad de los animales, pero más ilógico es que ante una realidad tan reprochable como esta, no se priorice ese refuerzo y se usen argumentos insensatos y poco razonados para no resolver rápidamente el asunto en cuestión.
La autora es estudiante de la UCR.