Los resultados de la encuesta de Unimer, del mes de diciembre, para La Nación , que en los últimos días han desatado pánico en amplios sectores de la sociedad y varias de las fuerzas políticas del país, pudieran tener efectos positivos para nuestra democracia.
El triple empate técnico que sitúa a tres fuerzas políticas con prácticamente las mismas posibilidades de convertirse en Gobierno, genera un nuevo estado psicológico en los líderes de otras agrupaciones, lo que permite lograr, al menos, un mínimo común denominador sobre algunas de las reformas que requiere el reglamento legislativo.
En esta ocasión, la coyuntura que generalmente ha jugado en contra de realizar grandes reformas, por primera vez, parece jugar a favor de ellas. La incertidumbre electoral de nuestro futuro, producto de los altos niveles de volatilidad (aunado a que nos encontramos al final de un nuevo periodo constitucional, por lo que las nuevas reglas legislativas tendrían repercusiones para quienes vienen y no para quienes están en este momento) favorecen el cambio.
Independientemente del grupo político que resulte electo, el verdadero peligro de la democracia estriba en que esta no brinde solución oportuna a las demandas de la sociedad. Esto solo será posible si se realizan reformas importantes al reglamento interno de la Asamblea Legislativa, centro neurálgico de nuestra democracia.
Propuesta reformista. Entre las reformas planteadas en esta propuesta tenemos las siguientes:
– Reducción en los tiempos destinados para el uso de la palabra tanto para la discusión de proyectos como para cuando se discutan nombramientos o renuncias, así como votos de censura.
– Disminución de las sesiones para presentar mociones vía artículo 137, que pasan de cuatro a dos.
– Posibilidad de que las mociones de reiteración puedan ser conocidas y rechazadas en conjunto, mediante moción aprobada por mayoría de los presentes, así como establecimiento de una fecha límite para conocerlas y votarlas.
– Establecimiento para que la moción de avocación proceda una solo vez por proyecto, fijando también un plazo para conocer y votar este tipo de mociones.
– La ampliación de la utilización del mecanismos de vía rápida (Art. 41, bis), según el número de diputados que integran cada fracción.
– Consignar el voto de cada diputado, utilizando herramientas tecnológicas, lo que representa una reforma fundamental en aras de la transparencia.
Todas las propuestas anteriores son importantes, pero no suficientes.
Las reformas que lograrán finalmente aprobarse, serán producto de lo posible y no tanto de lo deseable.
No obstante, esto no debe restarle mérito sino, más bien, entusiasmar puesto que se logró consenso en un tema que llevaba años esperando.
Precisamente, debe verse como uno de los mayores logros de la actual Asamblea Legislativa y la mejor herencia, por parte de los actuales legisladores, para el próximo Congreso.