En diciembre del año pasado, circuló en redes sociales un video producido por la escuela de comunicaciones de la UCR, que debía llamarnos a la reflexión, no solo por lo que decía sino precisamente por lo que no decía.
Bajo el lema “Nos siguen robando nuestra historia”, se hacían serias acusaciones a los Gobiernos de los últimos 30 años, algunas de ellas, debo reconocer, difíciles de refutar. El problema es que la otra parte de la historia, la de los logros, la de los avances, la de los éxitos, se ignoraba y se borraba como si no existiera.
Era algo así como la “Historia oficial” de regímenes autoritarios, solo que al revés. Como la versión de un país devastado, y sin esperanza, de aquellos que ven la vida en blanco y negro sin percatarse de que el ejercicio del poder, en un país democrático, está sujeto a limitaciones y, sobre todo, a acuerdos de carácter nacional.
Decía el video que pisoteamos la abolición del ejercito, pero no decía que desde hace 65 anos Costa Rica es un país desmilitarizado. Tampoco que somos la democracia más sólida del continente y que no tenemos dictadores que se perpetúan en el poder utilizando parlamentos sumisos y complacientes.
Decía que estamos quebrando la Caja del Seguro Social, pero no que durante la presente Administración, se logró restablecer el equilibrio financiero y se evitó la debacle señalada a mediados del 2011. Que devastamos el ambiente olvidando que el 30% del territorio es área protegida.
Ahora se dice que olvidamos la política social pero no se reconoce la creciente inversión educativa que aumentó dramáticamente del 2006 al 2014, pasando de 4,7% a 7,2% del PIB; o que del 2000 al 2013 la cobertura en secundaria paso del 57% al 90%. Incluso se ignora, como si ello no fuera extraordinario, que el 96% de las escuelas del país tiene acceso a Internet.
No se menciona que programas tan importantes como el delas becas de Avancemos ha permitido que miles de muchachos terminen la secundaria, ni que la Red de Cuido auxilia a miles de mujeres para que puedan trabajar dignamente. De la misma manera, se omite el logro del programa Empléate, citado por la OIT como uno de los ejemplos más exitosos de combate al desempleo juvenil.
Como Don Pepe. Nada se dice sobre el salario mínimo de los costarricenses que es el segundo más alto del continente; que la inflación de este año es la más baja de los últimos 40 años; o que la seguridad ciudadana ha dejado de ser el problema más acuciante de las familias costarricenses. En fin, muchas cosas no se dicen y las verdades a medias no son propias de profesionales serios, ni de políticos honestos.
Quienes hemos tenido el privilegio y la responsabilidad de gobernar este país durante los últimos 30 años sabemos lo mucho que falta por hacer y lo mucho que debemos corregir. Nosotros, los de hace 30 años, también queremos una Costa Rica sin pobreza, sin el preocupante aumento de las brechas sociales, y seguiremos luchando por ello. Bien decía Don Pepe aquello de “la lucha es sin fin”.
Así que, hagamos un trato: no permitamos que la campaña política en esta segunda ronda continúe desatando enfrentamientos sin fundamento, y pongamos los problemas en su verdadera dimensión. Reconozcamos errores propios y éxitos ajenos para hacer del diálogo un instrumento constructivo, que no se prolongue indefinidamente.
Encontrar soluciones. Hagamos de la Asamblea Legislativa un órgano decisorio que no continúe trasladando responsabilidades, y aprendamos a encontrar soluciones a partir de las discrepancias porque, después de todo, lo que es absolutamente cierto y válido para unos y otros es que, sin acuerdos de carácter nacional, no vamos a ninguna parte.