Cincuenta años después de creado el primer Parque Nacional en Costa Rica y en momentos cuando se experimentan fuertes presiones para abrir estas áreas a la explotación energética, es necesario analizar qué son los parques nacionales y con qué objetivo fueron creados. Incluso, es todavía más importante saber qué queremos que sean estas áreas protegidas en el futuro.
Estas zonas han sido creadas para conservar ecosistemas o paisajes y poder salvaguardar un porcentaje pequeño de nuestro territorio (12% en la actualidad) en la forma más inalterada posible, de manera que se permita la continuidad de los procesos ecológicos y la preservación de las especies. La idea ha sido evitar el desarrollo de proyectos comerciales de gran escala (carreteras, urbanizaciones, hidroeléctricas, turismo masivo, minería, etc.) para continuar con los objetivos mencionados.
Esa naturaleza esencial de los parques nacionales y esa visión de conservación no deben perderse; por el contrario, deberían consolidarse. La conservación es un uso apropiado del territorio que brinda múltiples beneficios a la sociedad y que es necesaria dentro de un concepto integral y holístico de desarrollo.
Peligroso precedente. Recientemente, representantes del Área de Conservación Guanacaste (ACG) han presentado ante la Asamblea Legislativa un proyecto de ley para que, vía permisos de uso, se puedan desarrollar proyectos geotérmicos en el parque nacional Rincón de la Vieja, sitio declarado Patrimonio de la humanidad.
En principio, esta iniciativa constituye la forma más dañina de explotar geotermia asociada con los parques nacionales porque significa destruir, de un solo golpe, la naturaleza esencial y el concepto de estos lugares, que deben ser zonas para la conservación absoluta. Si se aprobara este proyecto, y llegara a ser ley de la República, no podría decirse nunca más que los parques nacionales sean sitios para la conservación.
Lo más peligros de esta iniciativa es que establece un precedente pues, sin duda, a este proyecto de ley le seguirían muchos otros que buscarían permisos para turismo, plantas hidroeléctricas, gas natural, petróleo, minería, etc., todos bajo la confusa y manipulable etiqueta de la sostenibilidad. Esta ruta sería, sin duda, el fin de nuestros Parques Nacionales, como concepto filosófico ligado a la conservación inalterada.
Los defensores del “permiso de uso” alegan que todo va a ser supervisado y controlado por especialistas del ACG y del ICE y que, por lo tanto, hay garantía de que todo va a ser muy bien manejado y que no se producirán daños irreversibles. Pero ese no es el punto.
No se cuestiona que se puedan establecer las medidas para minimizar el daño ocasionado en un solo proyecto y en un solo parque nacional. El peligro es el precedente, la pérdida de la naturaleza esencial y el cambio radical de paradigma: de una visión de conservación inalterada a otra de desarrollo industrial sostenible.
Insto a toda la sociedad costarricense a oponerse a esta iniciativa de permiso de uso de recursos explotables dentro de los parques nacionales. A los candidatos presidenciales y a los futuros diputados les pido que no apoyen esta atrocidad.
Seamos más creativos e ingeniosos, podemos hacerlo mucho mejor. Nuestro tesoro nacional merece que lo valoremos y lo respetemos.