El juego de Rusia en Siria apunta a Europa

Putin es un bombero incendiario y también es un imperialista de la vieja escuela

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PARÍS – Una cosa está clara en Siria: ya no quedan soluciones buenas. Y no las hay desde aquel aciago miércoles de agosto de 2013 en que la maquinaria bélica del presidente sirio Bashar al-Asad usó armas químicas y así cruzó la “línea roja” que, según la advertencia del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, provocaría una respuesta militar estadounidense. Entonces la oposición moderada todavía estaba en pie y Estado Islámico aún no había salido de las sombras. Pero a último minuto, Obama dio marcha atrás y se abstuvo de intervenir.








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