Jamás hubiésemos creído y esperado un comentario tan incorrecto como el de la columna de Jorge Guardia del martes 28 de noviembre pasado sobre uno de los temas medulares de la sociedad puntarenense.
La pesca es, per se, la actividad más importante de la economía costera, en ambos océanos nacionales. De ella vivimos y dependemos miles de costarricenses, o bien, ticos de segunda categoría, como nos catalogan en el Valle Central a los pueblerinos.
Por siempre, esta sociedad ha dependido de los recursos que nuestros mares nos suministran, tanto como sustento alimenticio diario, como medio de comercialización. Es nuestra panacea.
Quizá en el pasado, otras generaciones de pescadores no midieron el impacto de una pesca responsable. Las nuevas generaciones somos conscientes de ello y meditamos, como usted, en la búsqueda final de una pesca responsable con el mar y la sociedad.
Organismos internacionales de renombre como la FAO nos han dictado normativas consecuentes con esa responsabilidad con los océanos y su producto final de la pesca. Hoy, las nuevas generaciones acatamos los novedosos ordenamientos, las nuevas técnicas de pesca y, sobre todo, el exigente manejo de las pesquerías a perpetuidad, que garantizan una sostenibilidad del recurso pesquero.
En el pasado, la pesca de arrastre causaba una disminución del recurso conocido como FACA (fauna de acompañamiento de la pesquería) del camarón. Hoy es un pasado inmediato y superado.
Condicionamiento. Actualmente, la pesca de arrastre está condicionada a la obligación de utilizar dispositivos para la disminución de la captura incidental (Bycatch Reduction Devices), respecto de los cuales de manera previa a una reforma legal y con el correspondiente respaldo científico y tecnológico, se demuestre una reducción significativa de dicha captura incidental que sea compatible con un desarrollo sostenible absoluto del recurso pesquero.
Posterior al voto 2013-10540 de la Sala Constitucional, el Estado ha desarrollado una serie de actividades con participación del sector pesquero, miembros de la academia y de la sociedad civil, y por medio de mesas de diálogo han sido establecidos los parámetros científicos, jurídicos y sociales para el desarrollo sostenible de la pesca de camarón.
Igualmente, se han llevado a cabo estudios técnicos, tales como los obtenidos por medio del programa REBYC I y, en desarrollo, el programa REBYC II, los cuales se incorporan como parte importante del soporte de la pesca de arrastre.
La utilización del dispositivo excluidor de peces (DEP), denominado ojo de pescado simple (sin doble relinga) demuestra una reducción de la fauna de acompañamiento de un 25% para la FACA aprovechable, un 27 % para la FACA no aprovechable y un 26,7 % para la FACA total de exclusión.
El uso del dispositivo excluidor de peces asociado a la doble relinga ha demostrado una reducción considerable de la fauna de acompañamiento. Para la FACA aprovechable sería un porcentaje de exclusión del 29 %, para la FACA no aprovechada el porcentaje de exclusión sería de un 34 % y para la FACA total de un 33 % de exclusión, con lo cual, los valores de FACA excluida con el ojo de pescado simple fueron considerados como significativos en la reducción de fauna de acompañamiento, pues superaron el 20 % de exclusión que estableció la FAO y, por otro lado, el DEP asociado con la doble relinga mejora, aún más, los resultados de reducción de fauna de acompañamiento, como indicadores de cumplimiento en cuanto a la reducción significativa de la fauna de acompañamiento en la pesca de arrastre de camarón.
Mayor rendimiento. Reiteramos, las nuevas normativas y los nuevos aparejos de pesca, como el excluidor de tortugas DEP, y el de peces, tienen ese objetivo fundamental, y lo hemos logrado. Todo ello con el fin de normar el aprovechamiento racional de los recursos pesqueros, que tiendan a lograr mayores rendimientos económicos y, sobre todo, la protección de las diversas especies marinas.
Es verdad, son nuevas licencias para la pesca de arrastre. Bajo el esquema de preservación y conservación a perpetuidad, ya que, como usted señor columnista, somos conscientes del daño ecológico causado en el pasado, que debemos subsanar para siempre.
Quizá nuestra oda no sea tan bucólica como la del maestro Ernest Hemingway, pero sí somos conscientes de que el futuro del planeta está asentado sobre la responsabilidad con que actuemos hoy y siempre.
El autor es vicepresidente de la Cámara Puntarenense de Pescadores (Camapun).