En las últimas dos décadas, el porcentaje de las familias pobres en Costa Rica se ha mantenido estancado cerca de un 20%. El año pasado, el gobierno informó de una reducción de poco más de un 1% en tal indicador. Está por verse en los próximos años si esta reducción es estable, y todos esperamos que así sea.
En Costa Rica se han estudiado poco las competencias necesarias para que las familias en condiciones de pobreza sean capaces de salir adelante. Frente a nuestros retos como país, esa investigación es de capital relevancia. Los estudios longitudinales –que dan seguimiento a grupos– permitirían especialmente verificar si las personas que reciben algún tipo de intervención mejoran a lo largo del tiempo en alguna característica deseada.
Estimulación temprana. En la investigación internacional, un resultado ha sido altamente respaldado: el nivel de inteligencia general de una persona es el mejor predictor de su nivel educativo y sus ingresos futuros. La inteligencia general consiste en la capacidad de una persona para afrontar nuevos problemas, ser cognitivamente flexible y ser capaz de obtener nuevos conocimientos a lo largo de su vida.
Por tanto, la estimulación de esa capacidad sería una herramienta clave en la lucha contra la pobreza. El aprovechamiento de la educación y de las medidas solidarias dependería en una parte importante de la inteligencia de la persona.
En un estudio del año 2007, Grantham-McGregor y colaboradores encontraron que, en el mundo, el nivel de pobreza se relaciona con un deficiente desarrollo cognitivo y socioemocional en la niñez.
Para ser efectiva, la estimulación de la inteligencia debe realizarse en las etapas más tempranas del desarrollo. Las medidas aplicadas en la edad escolar y en la adolescencia serán útiles posiblemente solo si se ha atendido adecuadamente a la madre embarazada y al niño o la niña en sus primeros cinco años de vida.
Sin duda, el uso de la tecnología actual, el aprendizaje de idiomas y el conocimiento de la ciencia favorecerán el cociente intelectual de una persona; sin embargo, sería claramente problemático pretender desarrollar tales capacidades si la persona ha vivido en un ambiente insalubre, estresante y poco estimulante.
Respaldos necesarios. En la etapa preescolar, de la mayor importancia son la calidad de la nutrición, la estabilidad emocional en los ambientes sociales y la reducción del impacto de las enfermedades transmisibles.
Las malas condiciones de vida en la primera infancia implican situaciones irreversibles en el desarrollo posterior. Crecer con este tipo de desventajas aumentará la probabilidad de un escaso desarrollo cerebral y, por lo tanto, de mayores limitaciones cognitivas. Esto perpetuará la situación de pobreza familiar.
Costa Rica dispone de una institucionalidad para la atención de aquellas etapas del desarrollo. Para nuestro desarrollo como país es de capital importancia el respaldo que reciban las instituciones de parte de universidades públicas y privadas, asociaciones profesionales y otros actores sociales.
También es fundamental que las intervenciones tengan un fundamento científico y que posean un adecuado seguimiento. Este tipo de trabajo es un complemento urgente para la función social de redes de cuido, Ebáis, clínicas, centros educativos y CEN-Cináis.
El autor es psicólogo y profesor universitario.