¿Adónde debería usted llevar a su familia por la mejor atención médica? ¿Cuánto demora un profesional de la medicina en atenderlo? ¿Cuánto va a demorar su trayecto de bus por la ciudad? ¿Cumple el transporte público con su promesa? ¿Cuántas mujeres están accediendo a posiciones de liderazgo y cuántas están muriendo a causa de distintos tipos de violencia? ¿Dónde se cometen más delitos en la ciudad?
Datos sobre estos complejos problemas públicos que afectan directamente su vida existen, y si usted pudiera usarlos para decidir posiblemente mejorarían su vida y la de su comunidad. Hay gente en el mundo pensando y haciendo esto.
En la próxima semana, muchas de estas personas llegan a Costa Rica a la conferencia regional de datos abiertos (Abrelatam-Condatos). La idea de los datos abiertos es relativamente sencilla: supone liberar los datos (unidad mínima de información) –en general en poder del Estado– para construir nuevas herramientas digitales y generar más conocimiento de cómo funciona una sociedad.
Costa Rica ha hecho esfuerzos recientes, tales como la aprobación de un marco regulatorio para promover la apertura de datos y generar una comunidad de usuarios. Existen incipientes ejemplos en las municipalidades del país y la sociedad de uso de datos, así como muy buenos ejemplos del llamado periodismo de datos.
Hay avances que podrían ser potenciados, generando mayor transparencia gubernamental, mejorando la calidad de la democracia y la entrega de servicios públicos.
Desafíos. Sin embargo, aún restan muchos desafíos por enfrentar. Si bien la información puede existir no siempre se encuentra disponible, no siempre es de buena calidad ni puede ser utilizada.
La idea detrás de los datos abiertos es que la información esté disponible sin mayores demoras, de forma proactiva por parte del Gobierno.
Se apoya, a su vez, en el concepto de derecho al acceso a la información pública, que supone que toda persona puede acceder a la información en poder del Estado sin mayores requisitos. Lamentablemente, la búsqueda de información termina a veces en abogados y tribunales, con dolores de cabeza evitables. La información, en el siglo XXI, quiere ser libre.
Crucialmente, la información precisa ser libre en un mundo más complejo. Nuestras sociedades en América Latina viven una sensación de inseguridad constante fruto de los cambios que enfrentamos.
Nuestras sociedades se han vuelto más complejas, diversas y en algunos casos más violentas. Nuestro debate público se ha llenado en muchos casos de medias verdades, alimentando esta sensación de miedo.
El liberar y usar datos públicos supone una forma de aportar a cambiar esta realidad. Pero solo el arte de dialogar, comunicar, negociar –a través de nuevos medios– puede seguir construyendo mejores sociedades y democracias. Una oportunidad más para defender y profundizar la democracia en Costa Rica y la región.
El autor es es director ejecutivo de la Iniciativa Latinoamericana por los Datos Abiertos (ILDA).