Corrían los años sesenta y se escuchaba en la radio el ‘cielito lindo’. Mi tío Heráclides cosía bolas de fútbol y estudiaba en la Escuela Normal de Costa Rica. Como parte de sus estudios me realizó una evaluación que contenía preguntas de falso o verdadero. A mis seis años de edad fue mi primera experiencia sobre discriminar entre lo que es cierto y lo que no. En el proceso judicial ese ejercicio es esencial. Cuando el juez da traslado de una demanda previene al demandado decir si los hechos son ciertos o falsos.
Me propongo practicarles en las siguientes líneas un examen similar al Ministerio de Salud, el Ministerio de Obras Públicas y Transportes, y la Municipalidad de Desamparados para que contesten cuáles de todas las siguientes proposiciones son verdaderas: 1-) Que todos los días, decenas de vendedores de huevos recorren las calles del cantón, megáfono al máximo de volumen. 2-) Que esas autoridades saben que el artículo 50 de la Constitución Política los obliga a “garantizar, defender, y preservar el derecho a un ambiente sano”. 3-) Que conocen que en el Decreto Ejecutivo 28718-S, se establece la prohibición de vender productos “mediante el uso de amplificaciones de cualquier tipo”. 4-) Que la Sala Constitucional en votos tales como el 989-2012 ha sostenido que “la realización de ciertas actividades que eventualmente generen contaminación sónica se encuentran limitadas por el respeto a la intimidad, el derecho a un ambiente sano y el derecho a la salud”.
La prueba académica continúa para que digan si es cierto que ningún funcionario ha realizado inspecciones, que ninguno de esos vendedores ha sido sancionado ni lo será, que vecinos afectados de salud están condenados de por vida a que, sin importar día ni hora, su descanso se interrumpa por el ruido de un altavoz que promociona los huevos, que el juramento constitucional de los jerarcas y demás funcionarios públicos que tienen que ver con el tema es una quimera. La evaluación termina con una pregunta de opción múltiple: ¿Qué fue primero: el huevo o el megáfono?
En el Quijote se argumenta que sin pollas o gallinas no se pueden tener huevos (Cap. LIX). Hoy aunque no se tengan pollas o gallinas se tienen huevos y megáfonos. En fin, qué acierto el de Cervantes cuando dijo: “Y las leyes que atemorizan y no se ejecutan, vienen a ser como la viga, rey de las ranas, que al principio las espantó, y con el tiempo la menospreciaron y se subieron sobre ella” (Cap. LI).
Se me olvidaba. Si contestaron todas las proposiciones afirmativamente, obtuvieron la máxima calificación, pero tienen el curso aplazado por indisciplina en incumplimiento de tareas.