Sin duda, Acueductos y Alcantarillados (AyA) transforma San José con la interconexión de tuberías que jubilarán los indeseados tanques sépticos en más de 370.000 casas.
Esto es una megaobra, desde el punto de vista de impacto ambiental, pues no solo reducirá la contaminación de fuentes de agua, sino el vertido de líquidos residuales a las cuencas de los ríos Rivera, Torres, María Aguilar y Tiribí.
Las tuberías que se colocan en múltiples barrios llevarán los residuos de 11 cantones hasta la Planta de Tratamiento Los Tajos, en La Uruca, la más grande de Centroamérica, con una inversión de $361 millones.
Allí se procesarán las aguas de 1 millón de habitantes; 38 toneladas diarias de sólidos suspendidos no irán a los ríos o a contaminar fuentes de agua, cifras que dejan ver el positivo impacto.
El único “pero” del proyecto es la perforación de huecos para colocar tuberías y conectar las viviendas a la planta.
El cierre de calles, es lógico. Los desvíos, son comprensibles. Lo ilógico es el tiempo que tardan en volver a cubrir los huecos. Pasan muchísimos días, y hasta semanas, en colocar el asfalto. El calvario es para los pasajeros de autos y buses que se ven atrapados en presas causadas por la obligada reducción de velocidad en esos tramos.
Los filosos cortes en las vías no solo dañan compensadores y llantas, sino que ensucian con polvo o barro a vehículos y viviendas cercanas.
Lo incomprensible del asfaltado es por qué es tan chambón. Cuando al fin llegan las vagonetas con la mezcla, el trabajo de los obreros tiene como resultado huecos hacia arriba o hacia abajo. Un terminado de torpe calidad.
En mi cantón, por ejemplo, la municipalidad había asfaltado si acaso un año atrás. Y el trabajo y la inversión se perdieron con este proyecto. Lo mismo, de seguro, ocurre en otros cantones. Y lo que es peor: ya las calles no dan para poner otra capa asfáltica porque las carreteras están a la altura de las aceras y con ello los caños desaparecieron.
Por eso, un aplauso al tratamiento de aguas residuales, pero nota cero al acabado final de las carreteras... Es momento de que el MOPT y municipios hagan números a otro megaarreglo de vías después de este megaproyecto.
El autor es jefe de redacción en La Nación.