¿Qué hora es? Es hora de ser decentes y de respetar la memoria de las personas, sobre todo cuando ya no están con vida para opinar, mucho menos defenderse… aunque en la realidad, no haya nada de qué defenderse.
Es hora de que las mujeres seamos más solidarias entre nosotras y respetemos la brecha que abrieron aquellas que nos precedieron y que supieron ser dignas sin recurrir al choteo y al amarillismo para hacerse notar y lograr “sus quince minutos de fama”.
En el campo de la creación artística, es hora de dejar de escudarse detrás del pretexto de la “versión libre” para hacer lo que nos viene en gana amparados a nuestro derecho como creadores, pero olvidando el derecho de los espectadores y, peor aún, de quienes son nuestro “tema u objeto” de estudio... que el escenario (¡pobre escenario!) también parece estar aguantando lo que le pongan encima.
También es hora de respetar la verdad histórica de los artistas (y en general de las personas) cuando creamos y producimos obras sobre ellos; de no inventar “de mentira, verdad”, rescatar la esencia de su talento, de ser generosos a la hora de recordar su legado y, sobre todo, no utilizarlos en provecho propio y tener presente que siempre hay una familia detrás que merece respeto también.
Respeto. Es hora de que las políticas culturales sean abiertas y realmente inclusivas sin que por ello se vaya en detrimento de que cualquiera tenga acceso y se arrogue la potestad de falsear y deformar la trayectoria y reputación de otros.
Se debe fomentar y velar por el respeto y promoción interna de la comunidad artística, de una cultura de valores que estén aparejados con el conocimiento en el campo disciplinar: fidelidad, lealtad, solidaridad, bondad, rigurosidad (lo cual implica el verdaderamente investigar y ser fiel a la historia y al proceso), ética y respeto, valores que no le dan a nadie (artista o no) el derecho de pasar por encima de los demás distorsionando su imagen, su vida y su memoria.
Entre otras cosas, ya es hora de leer más, pero no solo de leer: es hora de hacer lecturas e interpretaciones correctas y dejar de inventar.
La autora fue directora del Teatro Nacional y del Melico Salazar.