Ya era hora de que alguien con autoridad en este país hablara claro y valientemente, como lo hacían nuestros abuelos. Me siento orgullosa, y más que eso, segura, de que la presidenta exprese lo que su corazón de costarricense y de persona solidaria le dicta, sin tapujos y sin miedos ni debilidades.
No puedo entender cómo don Rodolfo Cerdas, en su columna del domingo 29 de mayo , ante el peligro que amenaza nuestros hogares, pretende que sigamos con el nadadito de perro al que nos hemos ido acostumbrando, en parte por la maraña de leyes que nos paraliza y en parte porque nos hemos vuelto perezosos y muy dependientes del qué dirán.
Se le olvida que estamos en medio de la guerra más cruel de todos los tiempos, la que no mata de frente y exponiendo la vida del invasor, sino que actúa arteramente, penetrando los hogares, afectando a familias enteras, valiéndose de los seres más vulnerables, niños y jóvenes que no visualizan el futuro que les espera consumiendo esas drogas malditas, con un adversario que cuenta con miles de millones de dólares conseguidos con el sufrimiento y la degradación de seres humanos.
Don Rodolfo: doña Laura es presidenta con los votos de los habitantes de esos barrios, dirigente de un país formado por comunidades, a las que tiene el deber de defender, por encima de cualquier otra consideración.
En ningún momento cuestionó la decisión de los jueces, sino la posibilidad de que se traslade a los presuntos narcotraficantes cerca de nuestras casas, con custodio pagado por el Estado a un enorme costo. Una situación intolerable, gastar millones en guardas para extranjeros cuando muchos colegios y escuelas no han logrado que se les asigne un guarda para salvar a los estudiantes de los vendedores de drogas. Al presidente del Fondo Monetario le dieron la casa por cárcel, pero él debe correr con los costos de esa vigilancia.
Esta es una reforma urgente que debe hacerse ya.
Doña Laura, siga en esa actitud valiente y solidaria. A los costarricenses que conocemos nuestro Himno Nacional : “Cuando alguno pretenda tu gloria manchar, verás a tu pueblo valiente y viril la tosca herramienta en arma trocar”.
Nos queda muy claro que en esta guerra solo se puede combatir con decisión, con comunidades organizadas y vigilantes, y si Dios iluminara a los diputados y al Poder Judicial, con la modificación de algunas leyes actuales que favorecen más a los delincuentes que a las personas honestas.