Como liberacionista, me es imposible no responder a los recientes artículos de nuestro secretario general, quien utiliza la plataforma de influencia otorgada por su cargo para promover una agenda contraria a los valores de la socialdemocracia moderna.
El pecado mayor no es su posición ideológica individual, pues esta puede ser tolerada aun cuando es contraria a los valores de nuestro partido; el problema es la imprecisión conceptual, histórica y la laxitud analítica con la que explica las bases de la ideología de género y la socialdemocracia liberacionista. Veamos.
Si bien es cierto un segmento fundacional de la actual ideología de género se origina del marxismo, es un error ignorar las bases utilitaristas y liberales de esta.
Ya para finales del siglo XVIII, cincuenta años antes del nacimiento de Marx, Jeremy Bentham argumentaba en favor de la total emancipación de la mujer en su Introducción de los principios morales y de la legislación (1798).
Ahí, Bentham acusaba a la sociedad moderna de esclavizar a la mujer, y promovía derechos tales como el voto, la participación equitativa en los cuerpos de representación democrática, el divorcio y la eliminación de los dobles estándares en materia sexual.
Su fundamento teórico como padre del utilitarismo era la maximización del bienestar general de una sociedad que no podía excluir a la mitad de su población.
Posteriormente, John Stuart Mill en su ensayo El sometimiento de la mujer (1869) amplía este argumento en favor de la equidad de género desde la óptica del liberalismo utilitarista.
Bases distintas. Por esta razón, bien haría nuestro secretario general en recordar que don Pepe Figueres era, sobre todo, un utilitarista, y que su visión de la socialdemocracia, así como sus posturas en favor de la equidad de género tienen base en el utilitarismo de Bentham y Stuart Mill, y no en el marxismo.
Es la ética liberal desde la cual la socialdemocracia liberacionista ha promovido la equidad de género desde su fundación, y lo sigue haciendo hoy día.
Todo esto a pesar de que ciertamente muchos de sus líderes estuvieron involucrados en credos religiosos, sin que esa fe necesariamente implicara causalidad en la construcción de nuestro cuerpo ideológico.
Adicionalmente, en su análisis de la ideología de género, el articulista ignora el más importante avance en la filosofía política del siglo XX: el liberalismo político de John Rawls.
Este articulado, condensado en su Teoría de la justicia (1971) constituye el fundamento a la ideología de género de hoy, al defender que una sociedad equitativa es aquella en la que sus miembros eligen principios de justicia generalizados, que apliquen indistintamente de la posición de uno u otro individuo en la sociedad.
Don Fernando debe revisar las amplias discusiones acerca de la ideología de género que surgen de los postulados de Rawls (y no del marxismo), en particular la síntesis rawlseana planteada por Martha Nussbaum.
Hace unos cinco años, como miembro fundador de Fuerza Verde (Juventud Liberacionista), invité a don Fernando Zamora a dar una charla en nuestro programa de formación acerca de las bases de la socialdemocracia, cuando aún nos reconocía como parte de la estructura partidaria. Recuerdo con aprecio la exposición, por su vasta amplitud conceptual y analítica.
Recomiendo a nuestro secretario general retomar el rigor teórico de entonces, antes de utilizar su investidura para promover conceptos con poca rigurosidad y contrarios a la socialdemocracia liberacionista, con el fin de ahogarnos en la caverna conservadora.
Alfonso J. Rojas Álvarez es máster en Políticas Públicas.