Me refiero a la actividad turística, este elíxir de muchos que empezó y creció desordenada y geométricamente, y que puede ser flor de un día, si no hacemos algo concreto para enfrentar los graves problemas que ya todos parecen reconocer. El sábado 20 de marzo de 1993, publiqué en esta misma página el artículo "Buscando una segunda patria..."
Terminaba aquel artículo diciendo: "De nuevo advierto, con conocimiento de causa, pues hay muchos lugares que han sido estrella fugaz en turismo e inversiones extranjeras: no debemos matar la gallina de los huevos de oro, olvidándonos que a todos nos corresponde --no solo al Gobierno-- mantener y elevar aún más, la calidad de vida general por la que tantos italianos, y gente de otras nacionalidades, sin duda, nos están queriendo tan bien".
¿A qué viene esto? A que ya de regreso al país y dedicado a actividades privadas que me vinculan con inversiones y negocios entre extranjeros, en el campo turístico, industrial y comercial constato con enorme preocupación que se están dando muchos indicadores que parecen sugerir que, en efecto, muchos de esos buenos italianos y otros extranjeros que escogieron a Costa Rica como segunda Patria en los últimos tres años al menos no nos están "queriendo tan bien". ¿Ejemplos?
Unos pujantes empresarios italianos de Quepos me reportan la enorme desilusión por las constantes intimidaciones y hostigamiento de legiones de inspectores de entes públicos, que les cobran a ellos y a otros constantemente por "cerrar los ojos" ante faltas incluso inexistentes, a los inspectores de tránsito que, como pasatiempo favorito, los detienen cada vez que pueden también para sacarles mordidas. El efecto secundario: muchos de los empresarios extranjeros allí quieren vender para irse; e incluso la ocupación hotelera ha bajado notablemente en la zona por razones diversas.
Un médico distinguido italiano vino a Costa Rica. Se alojó en Tamarindo para valorar la zona y adquirir una residencia para venir con su familia y quedarse seis meses cada año. Después de una semana, me confió que estaba estupefacto del alto consumo de drogas en la zona, del desorden urbano y social, de la escasa seguridad ciudadana y, que definitivamente, no quería vivir en ese litoral. Buscaría en otras zonas del país, después, cuando regrese, a ver si encuentra "esa mejor calidad de vida" tan divulgada en Italia sobre Costa Rica...
En bienes raíces, debo admitir que un colaborador mío en el norte de Italia se lamenta de que, a diferencia de hace unos pocos meses, la gente ya no reacciona a la promoción por televisión que él realiza de Costa Rica como país y de propiedades interesantes en venta aquí, con bellos vídeos e información, pues se ha corrido la voz allá de que aquí prevalece la especulación en todo campo. Y de que se está deteriorando la calidad de vida y turista de que hablaban las revistas italianas, al menos hasta hace poco... ¿Preocupante, verdad?
¿Tenemos realmente conciencia de esto en Costa Rica? A juzgar por las declaraciones formales de políticos, instituciones y líderes de cámaras del sector, sí. Pero ¿qué ocurre que las cosas siguen deteriorándose aceleradamente? A mi juicio, que no pasamos de la retórica, seguimos señalando problemas, pero no tenemos la voluntad y menos la disciplina, para pasar a la acción, para articular retórica con estrategias y políticas y programas de acción integrales, hermanando esfuerzos y recursos públicos con aquellos privados.
¿Alto costo de hoteles, restaurantes y excursiones? Claro, es protesta generalizada de todo extranjero que nos visita, esto lo reconocen todos. Pero no se ven reducciones significativas que hagan sentir al turista que Costa Rica aún compite con otros países del área caribeña y que vale más la pena seguir viniendo aquí porque hay una correlación costos-calidad muy atractiva, en función del "producto" que el país constituye.
No somos ya una tacita de plata. Somos un país problemático en muchos sentidos, y esto el turista lo percibe y lo cuenta. A mis amigos empresarios italianos y de otras nacionalidades en Quepos, les aconsejo que tienen que organizarse, no esperar nada del Gobierno, sino mero apoyo y reconocimiento cuando sus fuerzas individuales se integren en una Cámara que entonces sí pueda luchar con fuerza y claridad, contra la corrupción, el hostigamiento injustificado, la inseguridad ciudadana, la calidad de la mano de obra en el sector. Quizás puedan recibir apoyo directo de la Cámara Nacional de Turismo, o de los diputados de la zona y los delegados presidenciales, o de todos estos conjuntamente.
Por ello, veo con ojos de optimismo la acción a que estamos contribuyendo con la Cámara de Turismo del cantón de La Cruz, en Guanacaste, para organizar a los empresarios turísticos que ya operan allí, pero mayormente a los extranjeros que tienen programadas grandes inversiones sobre todo en Bahía Salinas. Organizarlos alrededor del compromiso de un Plan de Desarrollo Turístico Sostenible, por el cual estaríamos en condiciones de prevenir todo el desmadre que otras zonas del país arrojan en materia turística y anticipar así, las acciones necesarias para garantizar que el cantón de La Cruz, turísticamente, como última frontera que es, a mi juicio, del desarrollo turístico del país, ofrezca un ejemplo de crecimiento y desarrollo en armonía con los mejores valores de la zona, y con alta calidad del producto turístico. Se requiere imaginación, voluntad, liderazgo y capacidad organizativa de los mismos empresarios. Vamos a hacerlo. El apoyo oficial, vendrá sin duda. Pero será un esfuerzo privado el que marcará la pauta. Hay esperanza para el país, aún.