En 1968, pioneros de la educación médica de la Universidad de Costa Rica y funcionarios de la Caja Costarricense de Seguro Social unieron esfuerzos y crearon lo que hoy se conoce como Sistema de Estudios de Posgrado en Especialidades Médicas. La alianza facilitó la especialización de médicos en las distintas ramas de la medicina moderna sin necesidad de salir al extranjero, e inició el camino para fortalecer y diversificar los servicios médicos brindados a la población nacional a lo largo y ancho del país.
Hoy, son miles los graduados de este sistema y miles los que día a día entregan su esfuerzo como parte de los equipos de trabajo en las distintas especialidades para la Caja.
El Sistema de Estudios de Posgrado en Especialidades Médicas de la Universidad de Costa Rica organiza, orienta, impulsa y administra los diversos programas de estudio de las más de 50 especialidades médicas que ofrece. Su objetivo es la formación de médicos especialistas y docentes de alto nivel, capaces de desarrollar sus actividades de forma provechosa para la comunidad costarricense y a la luz de la más actualizada formación en sus ramas.
Por lo anterior, me siento en la obligación de desmentir categóricamente el editorial de La Nación del 24 de diciembre del 2016. Algunas afirmaciones ahí plasmadas pueden confundir a la opinión pública en relación con la formación de médicos especialistas, pues sugiere una óptica poco objetiva y, si se quiere, parcializada.
Formación. No es correcto afirmar que a las universidades privadas se les prohíbe formar especialistas en Costa Rica, si pueden hacerlo y de hecho lo realizaron en su momento; sin embargo, utilizar hospitales privados o invertir en hospitales universitarios propios, como lo hacen alrededor del mundo muchas prestigiosas universidades, no es un buen negocio. Esto reduce considerablemente sus ingresos o aumenta enormemente el costo de la matrícula de sus estudiantes. Entonces, lo más astuto es sacar provecho de la inversión pública.
No se debe confundir el ingreso a la carrera de medicina de la Universidad de Costa Rica en su etapa de pregrado, en donde también es errado afirmar que la mayoría de sus estudiantes provienen de colegios privados, con el proceso de ingreso a alguno de los programas de posgrado en especialidades médicas.
El ingreso a los programas de posgrado en especialidades médicas es un sistema abierto, todo médico nacional o extranjero debidamente incorporado al Colegio de Médicos y graduado de cualquier universidad pública o privada puede postularse como concursante a las cientos de plazas para la especialidad que desee desarrollar. Eso sí, debe enfrentarse a un riguroso proceso de selección, no antojadizo y con cánones de evaluación preestablecidos, no es abrir la billetera o sacar un préstamo y matricularse.
Se debe, entonces, asegurar que la persona elegida sea la correcta para cursar el programa y llegar a ser un médico especialista de excelencia y con la experiencia necesaria para resolver el quehacer diario de su especialidad.
Listas de espera. Las listas de espera es un apartado directamente asociado al tan famoso faltante de especialistas; sin embargo, este faltante es uno de los puntos menos álgidos para la solución del problema, pero del que más provecho económico por parte de las empresas educativas se puede sacar.
Las listas de espera sufren más por la carencia de espacio físico, tecnología renovada y personal técnico de apoyo para los diversos procedimientos diagnósticos y terapéuticos y es una falacia afirmar que con un aumento en la producción estilo maquila de especialistas esto se va a subsanar. Por ejemplo, del 100% de graduados del programa de especialidad privada que existió ni siquiera el 40% trabaja para una institución pública. Estos graduados no están en la obligación, como si los están quienes salen del Sistema de Estudios de Posgrado en Especialidades Médicas, de honrar un contrato de retribución social.
Es de suma importancia no apresurar conclusiones o presionar por soluciones milagrosas que no solventarán a corto o mediano plazo el acceso oportuno a la salud de cada uno de los ciudadanos de este país.
No es correcto justificar con medidas descabelladas el tapar el sol con un dedo, en detrimento de la educación médica. La formación de especialistas no debe improvisarse.
El autor es dermatólogo.