En días pasados, hubo un intercambio de ideas sobre una cátedra de estudios árabes e islámicos que se imparte en la UCR. Considero importante profundizar sobre el tema, a la luz de algunos valores sagrados para nosotros los costarricenses.
En la discusión, algunos erradamente estereotiparon a todos los musulmanes, vinculando el islam con el terrorismo y la violencia. Si bien es cierto los actos terroristas del islam radical son absolutamente condenables, igualmente lo es la generalización y el asumir que los actos de unos tipifican el comportamiento de todos.
Por eso, asumir que una cátedra de estudios islámicos solo forma terroristas y adoctrina al odio, como algunos dijeron en las redes sociales, es una generalización desatinada.
Esta situación también afecta regularmente a otros grupos minoritarios –incluido el judío, al que pertenezco–, por ejemplo cuando se pretende atribuir a todo un grupo las opiniones a título personal de unos de sus miembros.
Libertad de cátedra. Un Estado pluralista como Costa Rica no amenaza, sino que favorece los derechos humanos y la diversidad ideológica. En esa línea, y como derivación de la libertad de expresión, se protege la libertad de cátedra, que permite al profesor orientar su enseñanza de la manera que juzgue más conforme con sus convicciones. Por eso, no es posible censurar y, más bien, es positivo dar la oportunidad a los alumnos de aprender sobre estudios árabes e islámicos.
No obstante lo anterior, dicha libertad no es ilimitada e involucra responsabilidades. Los profesores no pueden escudarse en la libertad de cátedra para hacer manifestaciones o ejecutar comportamientos contrarios a la moral y al orden públicos, o dirigidos a violentar los derechos fundamentales consagrados en nuestra Constitución Política. Tampoco pueden imponer su pensamiento y deben respetar eventuales posiciones contrarias de los estudiantes.
Por otro lado, como dijo el rector Henning Jensen en una oportunidad, la UCR defiende “la pluralidad de voces, diversidad cultural, política e ideológica de la comunidad académica y nacional”. Por lo tanto, sin menoscabar la cátedra de estudios árabes e islámicos, es importante procurar que “otras voces” también puedan ser oídas por la población estudiantil para ratificar la integralidad de su formación.
Reprochable discriminación. A raíz de la noticia aparecida en medios de comunicación sobre la referida cátedra de estudios, algunos abusaron de la libertad de expresión para enunciar insultos, injurias y declaraciones prejuiciosas, en detrimento principalmente del pueblo judío y del pueblo musulmán.
Apoyo firmemente la libertad de expresión y el derecho a exponer todo tipo de puntos de vista y opiniones. Sin embargo, con la misma firmeza, desapruebo discursos que incitan al odio, la segregación y la desvalorización de cualquier minoría.
Siendo Costa Rica un referente en la protección de los derechos humanos, debemos erradicar de la sociedad el antisemitismo, la islamofobia y otras forma de intolerancia.
Por eso, exhorto a los diputados para que aprueben el proyecto de ley antidiscriminación que tienen en sus manos y que moderniza la regulación sobre el tema.
Como lo expresé en otra ocasión, cuando se trata de discriminación, no existen razones que la expliquen ni moral que la permita.
El autor es miembro de la comunidad judía de Costa Rica.