En el marco del Día Internacional de la Mujer y de la Agenda Mundial 2030 sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), precisa señalar los resultados que se esperan alcanzar en torno a la igualdad de género y el empoderamiento económico de las mujeres.
El reiterado reconocimiento de que la igualdad entre mujeres y hombres constituye un ingrediente central para el desarrollo, tanto por su valor en sí, como por su carácter instrumental para asegurar la realización de la Agenda como un todo, demanda poner en marcha acciones que estén a la altura de las aspiraciones que se espera alcanzar.
Seis metas. Los ODS identifican la igualdad como un objetivo valioso en sí mismo. El objetivo 5 (“lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y las niñas”) contiene seis metas que en su conjunto son un verdadero reconocimiento al valor intrínseco de la igualdad, y que suponen que esta no se agota en los campos de acción priorizados bajo este objetivo.
Los compromisos son de gran envergadura. La magnitud de estos se aprecia mejor cuando tornamos la mirada a lo que ello implica para América Latina y el Caribe. Basta una rápida revisión a la realidad en la región para entender el estado en que se encuentra.
1. A pesar de los avances en la adopción de marcos jurídicos para la igualdad, no todos los países han completado los procesos de aprobación de los instrumentos internacionales que versan sobre los derechos humanos de las mujeres, como la convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer y su protocolo facultativo y la convención para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer (Belém do Pará).
2. La meta para eliminar la violencia contra mujeres y niñas, la trata y la explotación sexual representa un enorme desafío en la región. El porcentaje de mujeres alguna vez casadas o unidas que informaron haber sufrido alguna forma de violencia física o sexual por parte del compañero llega hasta casi un 35% en ciertos países. Estudios nacionales disponibles en el Caribe de habla inglesa sugieren que entre el 20% y el 69% de las mujeres en una relación íntima han padecido violencia.
3. Igualmente, la proporción de mujeres y niñas casadas antes de los 18 años continúa siendo sumamente alta y el desafío de eliminar el matrimonio precoz en algunos países es enorme; en Guatemala, por ejemplo, según una encuesta del Fondo de Población de las Naciones Unidas, la proporción de jóvenes entre 20 y 24 años casadas antes de los 18 años ascendía a 30% en el 2012.
4. Lograr una distribución más igualitaria de las tareas domésticas y de cuidado requerirá la definición de políticas públicas de una transformación cultural de gran envergadura, que solamente será posible a través del establecimiento de políticas efectivas e inversión en infraestructura. En los países de América Latina y el Caribe que cuentan con encuestas de uso del tiempo, se demuestra que las mujeres dedican entre 2 y 5 veces más al trabajo doméstico no remunerado que los hombres.
5. Si bien las cifras de participación política de mujeres han mejorado considerablemente en estos años, no son homogéneas y siguen lejos del objetivo paritario. En América Latina, el espacio local es prioritario. El Caribe inglés requiere un abordaje diferenciado, capaz de dar cabida a las realidades de los micro y pequeños Estados.
6. Para finalizar, el porcentaje de mujeres en el rango de edad de 15 a 49 que logran acceder a servicios de salud reproductiva continúa siendo bajo.
Política de género. Así, el desafío para alcanzar la Agenda 2030 es enorme. Los gobiernos se han comprometido a asegurar acciones inmediatas para que en un plazo menor a 15 años todas las personas, mujeres y hombres, gocen de medios de vida suficientes, de trabajo, alimentos, salud, conectividad, participación y educación.
Lograrlo depende de que se comprenda que el acceso a estos derechos está mediado por dinámicas que demandarán el diseño de estrategias sensibles al género.
Estas estrategias deberán, por ejemplo, ser aptas para ayudar a sacar aproximadamente a 69 millones de personas de la situación de pobreza extrema en la que se encuentran y para reducir a la mitad el porcentaje de pobreza en la región, que hoy alcanza a más de un cuarto de su población.
El imperativo de la Agenda 2030 de que “nadie se quede atrás” y el compromiso asumido por los gobiernos de beneficiar a mujeres y hombres por igual se reflejará en la capacidad (o incapacidad) de construir estrategias y políticas que reflejen la heterogeneidad de las mujeres, sus intereses y necesidades diversas para su inclusión en los presupuestos nacionales y reflejar cómo lograr el mayor impacto del gasto.
La autora es exviceministra de Planificación Nacional.