No pude evitarlo. Con tanto tema por comentar y se me ocurre leer las respuestas de los candidatos a Mr. Costa Rica sobre temas tan complicados como en qué mes se celebrarán las próximas elecciones, y el nombre de algunos candidatos, escritores y libros costarricenses. Son imperdibles. El perfil del próximo Mr. Costa Rica es un tipo que no sabe cuándo serán las elecciones, no sabe quiénes son los candidatos, no tiene la menor idea sobre escritores (alguno acertó con Carmen Lyra), y, si leyó un libro, se trata de ese imperecedero aporte a la literatura universal titulado Misingo el Gato . Tampoco da con el nombre de un parque nacional. En resumen, un forzudo musculoso que no sabe nada de nada, aunque sabe fruncir la boquita cuando le toman la foto en calzones.
El Forzudo ignorante y, añado, la Bimbo silicónica (modelito, por más señas) son emblemas de nuestro tiempo. Los dos, supongo, saben leer y escribir. La Bimbo, es inevitable, pescará a su empresario y tendrá sonados affaires amorosos. El Forzudo la tiene más difícil, pues la carrera de modelito masculino está más en ciernes, pero algo se rebuscará. Son el blanco de nuestras burlas y más de uno se mesa los cabellos quejándose de su ignorancia, de lo mal que anda nuestro sistema educativo y demás etcéteras. Sin embargo, la verdad sea dicha, esta sociedad los necesita. Es más, necesitamos más de la Bimbo y el Forzudo que ellos de nosotros. Esta es la penosa realidad.
¿Cómo así? La Bimbo y el Forzudo no son personas ordinarias. No es que no sufran, tengan ansiedad o vivan sin desengaños, pues son mortales al fin y al cabo. Viven, empero, en un mundo de gente linda, una esfera aparte, y, como lo han demostrado múltiples estudios, la belleza es una llave que facilita el ascenso social, el éxito o como quieran ustedes llamar a eso de que a uno le vaya bien. Están en otra galaxia llamada farándula, glamorosa incluso en esa versión tan misérrima como la tica.
Cuando digo que esta sociedad los necesita me refiero a que hoy el consumo reina. La manera de vender un producto, desde una llanta, un Ipad o una cerveza, es logrando que un lindo o una linda lo apadrine. La sociedad de consumo es adicta a la belleza porque esta vende, y mucho. Por supuesto que, como hoja de parra, nos enseñan que “la belleza no lo es todo”, pero, a la hora de la verdad, la belleza lo es todo, al menos para venderle un chunche a los demás. Por eso, nuestra sociedad necesita de la Bimbo y del Forzudo, mientras que nosotros somos consumidores desechables. Y también los necesita en otro sentido: en sociedades cada vez más desiguales y ostentosas, estos personajes recuerdan que la puerta está entreabierta a los de abajo, siempre que sean bellos.