El editorial de La Nación del pasado viernes 7 de julio (“Generación eléctrica más diversa”) contiene afirmaciones erróneas y una serie de inexactitudes que es preciso corregir para una sana discusión de los temas energéticos del país.
Dice el editorial que el Estudio Red Costa Rica, preparado recientemente por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), recomienda ser cautos al ampliar la capacidad hidroeléctrica y propone recurrir a otras fuentes para evitar, entre otros males, una presión en las tarifas eléctricas.
Es necesario indicar que ninguna de esas afirmaciones del editorialista aparece en la investigación, y de la lectura profunda del documento se concluye lo opuesto.
El estudio analizó las opciones para integrar más energías renovables variables (ERV) al Sistema Eléctrico Nacional (SEN). Esto es de gran importancia por el interés de aprovechar nuevas fuentes, que si bien tienen costos bajos de instalación, se caracterizan por una inherente variabilidad que no permite una gran penetración sin comprometer la calidad del servicio eléctrico.
Más capacidad. La investigación confirmó que gracias a la disponibilidad de los embalses hidroeléctricos del país es posible incorporar más ERV, pues estos cuerpos de agua permiten regular la intermitencia del solar, al almacenar energía durante el día para utilizarla en la noche, además de proveer una regulación estacional combinada con el viento. Sin esas cualidades de los embalses no sería posible introducir las ERV en el sistema.
Sin embargo, tal vez el hallazgo más destacado del documento es que aumentar las ERV por encima de lo previsto en los planes de expansión del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), aunque sea técnicamente posible, produciría hasta una duplicación de los costos totales de inversión en los próximos seis años.
En ninguna parte del documento se hacen recomendaciones o advertencias sobre el desarrollo de la hidroelectricidad, como dice el editorial de La Nación. Por el contrario, de la lectura técnica se concluye que los embalses son indispensables y deseables para gestionar nuevas adiciones de ERV a la matriz eléctrica nacional.
Modelo eléctrico. Costa Rica es un país reconocido por haber consolidado un modelo eléctrico único en el mundo, caracterizado por su calidad, su sostenibilidad y su diversidad. Su matriz emplea cinco fuentes renovables: agua, geotermia, viento, biomasa y sol.
La mayoría de las otras naciones, a pesar de los esfuerzos por contrarrestar el cambio climático, solo han logrado generar una cuarta parte de la electricidad con recursos renovables.
Por su parte, Costa Rica desde hace varias décadas produce por encima del 90% de su electricidad con fuentes limpias. Esta característica nos hace diferentes y también nos plantea retos particulares.
Alrededor del planeta, la reducida fracción de fuentes renovables es fácilmente regulada por la generación térmica (carbón, derivados del petróleo o gas natural). Más recientemente se empiezan a usar baterías “superpoderosas” para suavizar variaciones de corta duración y así optimizar el uso de los combustibles.
En nuestro país tenemos la enorme ventaja de contar con embalses en lugar de esa generación térmica. El reto del SEN no es superar el “pico” de la demanda, sino el “valle” de la disponibilidad de las ERV.
Faltantes. Estos “valles” o faltantes se dan en cualquier momento y duran desde pocos minutos, cuando una nube bloquea la radiación solar, hasta varias semanas, cuando deja de soplar el viento. Para esta gama tan amplia de necesidades de respaldo, las baterías son ineficaces, pues no pueden entregar energía en forma continua más allá de unas pocas horas, siempre y cuando estén cargadas.
Si el país desea aprovechar sus vastos recursos solares y eólicos, y continuar con un sistema basado en fuentes renovables, debe agregar embalses de regulación hidroeléctrica.
El proyecto El Diquís, además de ser una fuente de generación económicamente atractiva y un motor de desarrollo para la zona sur del país, provee uno de los pocos embalses de regulación identificados en el país, fundamental para agregar nueva generación eólica y solar en beneficio de la sociedad costarricense.
A pesar de los altos costos de las ERV que concluye el estudio del BID, el ICE continuará planificando y desarrollando opciones para sumar más fuentes de generación, manteniendo el mejor balance económico para preservar las tarifas bajas y garantizar una matriz eléctrica sólida basada en fuentes renovables.
El autor es director de Planificación y Desarrollo Eléctrico del Instituto Costarricense de Electricidad.