El tercer héroe discreto

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El Vargas Llosa de sus brillantes inicios resucita siempre en el último de sus libros, como ocurre con El héroe discreto ; todas sus marcas de fábrica están patentes en la trama y en el lenguaje coloquial, y algunos de sus personajes regresan para ocupar lugares que ellos mismos reclaman en el relato. Le he oído decir, en Panamá, y en Guadalajara más recientemente, en las presentaciones de El héroe discreto , que esos personajes recurrentes, tal es el caso del sargento Lituma y los inconquistables, o el de don Rigoberto, doña Lucrecia y Fonchito, se presentan delante de él cuando va a emprender una nueva escritura, para dejarse ver, como diciéndole al novelista: “Aquí estamos, míranos bien, no nos has aprovechado lo suficiente”.








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