El enorme iceberg que se separó de la plataforma helada de Larsen C, en la parte oriental de la península antártica, nos recuerda lo acelerado de los procesos de que estamos siendo testigos. La fractura que originó este iceberg, de más del 10% del territorio continental de Costa Rica, se inició en el 2006, se aceleró a principios del 2017 y terminó de despegarse entre el 10 y 12 de julio, originando una masa flotante de alrededor de 1 billón de toneladas métricas de hielo.
Icebergs mucho más pequeños se habían separado de Larsen A en 1995 y de Larsen B en el 2002. Por estar ya flotando, el derretimiento de estas masas de hielo no produce cambios en el nivel del mar.
Las plataformas heladas son grandes extensiones de hielo, algunas hasta de 10 veces el tamaño del área ístmica de Costa Rica, como la plataforma helada de Ross, que flotan sobre el mar y actúan como freno al avance de los glaciares provenientes del continente. Conforme se reduce el área de las plataformas heladas, por medio del colapso de icebergs como los de Larsen, se va perdiendo la capacidad de reducir el avance de los glaciares.
Esto produce que con el avancen más rápido de los glaciares se pierda más hielo continental (del que sí contribuye al ascenso del nivel del mar) y se ponga más presión a la plataforma, con lo que perdería más hielo frontal. Entramos así en un sistema que se retroalimenta y autoacelera.
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Derretimiento. El aumento en la pérdida de masas de hielo de las plataformas heladas antárticas ocurre en gran parte por el derretimiento desde su base en contacto con el mar. Esto produce un adelgazamiento de la plataforma y, por tanto, su debilitamiento. Las corrientes oceánicas por debajo de estas grandes masas de hielo aportan también los esfuerzos extensivos que contribuyen al agrietamiento y expansión a lo largo de estas grietas.
Aun cuando este proceso de desprendimiento de masas de hielo de las plataformas heladas es natural y constituye un mecanismo mediante el cual, en un estado de equilibrio, se produce el balance entre la nieve acumulada en el continente y el hielo que se aporta al océano, la velocidad con que lo estamos viendo y la forma como se viene acelerando nos debe hacer reaccionar.
Carbono neutralidad es una meta que se planteó Costa Rica a corto plazo y se han propuesto los demás países para el 2050. Sin embargo, eso no es suficiente y no detendrá el proceso de calentamiento global.
El calentamiento global se inició con concentraciones de carbono en la atmósfera mucho menores que las que tenemos ahora. Si a eso le sumamos todo el carbono que generemos hasta el 2050, cuando ilusoriamente produzcamos tanto carbón como el que secuestremos, tendremos ya de por sí una atmósfera más densa en carbono y, por lo tanto, un proceso de calentamiento más acelerado que el actual.
Carbono negatividad. Si en lugar de carbono neutralidad buscamos la carbono negatividad, es decir, “secuestrar” mucho más carbono que el que generamos (o sea que la cantidad de carbono que ponemos en la atmósfera sea menor que la que extraemos), quizás podamos, por lo menos, desacelerar el proceso de calentamiento global; no revertirlo.
Estamos ahora obligados a buscar mecanismos para extraer ese carbono que hemos concentrado en la atmósfera; necesitamos inventar árboles artificiales que crezcan en un mes lo que crecerían los naturales en 10 años. De nuevo, carbono neutralidad no es suficiente. Paz sobre la Tierra.
El autor es sismólogo.