Hace algunas semanas, la Defensoría de los Habitantes me preguntó si yo estaba dispuesto a colaborar en una campaña que lleva por nombre “Contá conmigo”, dirigida a muchachos gais y muchachas lesbianas, con el propósito de abogar por la tolerancia, el respeto y la aceptación, porque en muchos casos estos jóvenes sufren la discriminación más atroz en sus propios hogares.
Me sorprendí cuando supe que ningún papá que contactó la Defensoría antes de llamarme quiso participar en la campaña. Muchos padres de hijos diversos, incluso, reclamaron airadamente a sus esposas e hijos, cuando estos tan siquiera insinuaron su interés en unirse a la iniciativa dando testimonio.
Yo acepté de inmediato, pues mi hijo Daniel es gay y lo es desde siempre, sin que ello altere de modo alguno nuestra relación, ni la de sus hermanos, primos, tíos, amigos, etc.
En la entrevista que me hacen y que puede verse en “https://www.facebook.com/contaconmigocr.org”, indico que mi hijo Daniel nunca salió del clóset, pues nunca estuvo dentro, siempre se le aceptó como es, se le impusieron las mismas reglas que a los demás hijos, se le fijaron sus responsabilidades y atribuciones, se le educó para que sea la persona correcta, educada, inteligente, honesta, solidaria y trabajadora que logró llegar a ser.
Respuesta positiva. Mi mayor sorpresa se produjo cuando salió en Facebook mi entrevista, y una avalancha de comentarios positivos llegaron de forma abrumadora: de la familia, de gran cantidad de amigos y conocidos, pero, sobre todo, de personas que no conozco y que de una u otra manera cobran conciencia de la importancia y necesidad del respeto y la tolerancia, del amor y la justicia.
Gran cantidad de llamadas inesperadas a mi teléfono celular, a mi casa, tanto para mí como para mi esposa e hijos se sucedieron durante varios días.
Esto me motivó a escribir este pequeño artículo que no va dirigido a los muchachos, sino a sus papás, sobre todo a aquellos que se preocupan más del que dirán de ellos que del bienestar y felicidad de sus hijos.
Estas palabras van dirigidas a los papás que con su machismo construyeron el “clóset” donde no solo esconden a sus hijos, sino en ocasiones a toda la familia. Van dirigidas a aquellos que no pueden mirar a sus hijos a los ojos y reconocer su dignidad y valía; a aquellos que amenazan con expulsar a sus hijos de la casa, de la familia y de sus vidas, por ser diferentes; a quienes, por su egoísmo, llevan en muchos casos a sus hijos al suicidio, la depresión y la infelicidad; a aquellos que anteponen sus intereses y los seudovalores de una sociedad hipócrita al amor de sus hijos.
Estoy seguro de que muchos de ustedes, papás de hijos diversos, no coinciden conmigo. Lo respeto, pero no puedo aceptar el maltrato, la discriminación y la ofensa.
Pido para todos los hijos de todas las familias, tolerancia, respeto, reconocimiento, aceptación, pero, sobre todo, amor.
No es un acto de valor o de sacrificio lo que pido… es simplemente un acto de amor de padre.
El autor es microbiólogo.