Un domingo leí el artículo “Inteligencia de género en la escuela”, el cual describía una serie de diferencias existentes entre el hombre y la mujer. Naturales, sociales, impuestas o no, existen en la práctica, comprobadas al menos en mi caso y no descarto que en muchos padres de familia más, estos contrastes existen en una familia compuesta por hijos e hijas.
Sobre el hombre y la mujer, varias ciencias explicarán sus desacuerdos somáticos, hormonales, cerebrales, psicológicos, etc., y no quedará alguno que quiera negarlos por solo el hecho de ser diferencias. En educación sucede exactamente lo mismo. Existen discrepancias en la enseñanza, en el aprendizaje, en los resultados, en el comportamiento. Estudios realizados por doquier así lo demuestran y no quedará algún otro que diga que eso no es cierto.
Alternativas al modelo mixto. Más que abogar por resaltar las diferencias existentes del hombre y la mujer, quienes son complemento uno del otro, y sobre la complementariedad, no debería haber discrepancias, se deberían analizar las razones pedagógicas por las cuales el Estado no promueve modelos educativos diferentes al modelo mixto existente, que es único para los costarricenses, porque quienes ofrecen este tipo de modelo, normalmente son el mínimo del sector privado y las congregaciones religiosas subvencionadas por el Estado. Lo contrario sucede en países europeos, en el Reino Unido y en la Unión Americana, donde el fomento a la educación diferenciada está a la orden del día.
Para el Parlamento Europeo, un principio está claro: “los Estados miembros deben respetar la decisión de las escuelas que quieran diferenciar a los alumnos por sexos” (informe aprobado el 1.° de abril del 2009). En el Reino Unido, de 1092 escuelas de educación diferenciada, 416 reciben fondos públicos y 676 son iniciativas privadas; en Japón, de 402 escuelas de este tipo, el 94% son públicas, en Sudáfrica hay 61 escuelas diferenciadas privadas y 350 públicas. Otros ejemplos son: Francia con 238 escuelas públicas diferenciadas, en Canadá 140 y en Alemania 180 escuelas permiten diferenciar algunos cursos para chicas y para chicos.
Como se puede observar, en los países en mención se le brinda al ciudadano la oportunidad de elegir no solo por un modelo mixto, sino por uno diferenciado y van más allá, se ofrece el modelo mixto separado, un mismo recinto, un mismo programa, pero en salones separados, que los obliga a ejecutar acciones y planes diferentes y sus resultados podrán ser dispares, como está sucediendo en Argentina (según La Nación de Argentina del 23 de abril del 2009) y en EE. UU. que desde el 2002 más de 400 escuelas públicas son total o parcialmente single-sex porque la legislación federal confiere a las escuelas libertad para separar a las niñas y los niños.
Mientras en otros países las leyes están apoyando más y más este tipo de modelo educativo, en Costa Rica si acaso quedará a partir del próximo curso lectivo un colegio apoyado por el Estado, para que en el estudien señoritas, ya que el Liceo de Costa Rica (varones) recibirá mujeres en el 2011. Seguirán unas cuantas iniciativas “subvencionadas” diferenciadas que no son propias del Estado, que obedecen a gremios religiosos. Solamente 3 colegios privados diferenciados y una institución privada en todo el país, que no responde a ninguna cofradía y que son los únicos en ofrecer el modelo mixto separado.
Si en Costa Rica existiera una mayor autonomía de las instituciones públicas escolares, como sucede en Europa y EE. UU., en que gobernadores y alcaldes dan libertad a los directores de los centros educativos para elegir la oferta educativa para el ciudadano, seguiríamos, por qué no, el ejemplo de Paul Cannon, director de la Eagle Public School del Bronx de Nueva York, quien amparado por la legislación federal de su país dijo: “Nos pareció que valía la pena probar este cambio, así lo hicimos y resultó bien”.
El Estado debería analizar, desde el punto de vista pedagógico, por qué no fomenta estos centros en el país. Tiene la infraestructura, profesorados, alumnos y no tiene que invertir para comprobar lo que en otros países ya están implementando y evaluando.
Aunque nos aventajen en años, pensamiento, oferta y legislación para sus ciudadanos, no debemos crear una lucha entre si un sistema es mejor que el otro, pero sí crear el debate para que se fomente la opción de elegir; que el Estado avive centros educativos diferenciados por sexos o bien, mixtos separados y que sean los alumnos y padres de familia quienes tengan la oportunidad de decidir en cuál centro educativo consideran es la mejor opción para estudiar.